Lev 19, 1-18 (1ª lectura Domingo VII Tiempo Ordinario)

¡El punto de referencia de toda moral es el mismo Dios!

Sed santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo. Las prescripciones que se recogen en este capítulo 19 atañen a todo el pueblo. La santidad según la Escritura tiene un sentido más amplio que el uso que se hace en teología y en la espiritualidad. La santidad de Dios queda esclarecida cuando se realiza su proyecto. Y siempre tiene un sentido comunitario con consecuencias para la vida cotidiana y para la vida cultual. La santidad es uno de los atributos esenciales del Dios de Israel (Lv 11,44-45; 19,2; 20,7.26; 21,8; 22,32s). La primera idea que sugiere este atributo es el de la sepa ración, trascendencia, inaccesibilidad y fidelidad de Dios (Os 11). Dios es el Otro que trasciende al hombre y a todo el mundo creado y al que no le alcanzan las debilidades humanas. En el antropomorfismo de Israel no se habla nunca de las miserias de Dios, y menos en el orden moral. Sí se habla de la compasión de Dios y las entrañas de misericordia; se habla incluso de la cólera de Dios pero en sentido de celo por su honor. ¡No a la venganza y al rencor! En la legislación de Israel se atempera el impulso de venganza que existía en la antigüedad.

Fray Gerardo Sánchez Mielgo

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