Tengan cuidado con la levadura de los fariseos y la de Herodes
Invocación al Espíritu Santo:
Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo un rayo de tu luz. Ven, Padre de los pobres; ven, dador de las gracias. ¡Oh luz beatísima! Llena lo más profundo de los corazones de tus fieles. Dales el mérito de la virtud, dales la salvación al final de su camino, dales el eterno gozo. Amén.
Lectura. Marcos capítulo 8 versículos 14 al 21:
Cuando los discípulos iban con Jesús en la barca, se dieron cuenta de que se les había olvidado llevar pan; solo tenían uno. Jesús les hizo esta advertencia: “Fíjense bien y cuídense de la levadura de los fariseos y de la de Herodes”. Entonces ellos comentaban entre sí: “Es que no tenemos panes”.
Dándose cuenta de ello, Jesús les dijo: “¿Por qué están comentando que no trajeron panes? ¿Todavía no entienden ni acaban de comprender? ¿Tan embotada está su mente? ¿Para qué tienen ustedes ojos, si no ven, y oídos, si no oyen? ¿No recuerdan cuántos canastos de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil hombres?” Ellos le contestaron: “Doce”. Y añadió: “¿Y cuántos canastos de sobras recogieron cuando repartí siete panes entre cuatro mil?” Le respondieron: “Siete”. Entonces él dijo: “¿Y todavía no acaban de comprender?”
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
(Se lee el texto dos o más veces, hasta que se comprenda).
Indicaciones para la lectura:
Los discípulos deben estar atentos para no dejarse contagiar por la levadura de la incomprensión e incredulidad que los rodea.
Tienen que abrir su corazón y reconocer con los ojos de su fe la verdadera identidad de aquel que, en la multiplicación de los panes, se les ha revelado como el pastor mesiánico y el portador de la salvación divina.
Meditación:
Los discípulos tenían miedo como también nosotros tenemos miedo de afrontar los desafíos del día a día. Su atención estaba centrada más en el resolver las cuestiones y problemas del momento y no tanto en mirar al Maestro que siempre estaba con ellos.
¿Teniendo ojos no veis y oídos no oís? Les replica el Señor. Están con Dios y aun así sus ojos se centran en otras realidades y dudan del poder infinito del Señor. Habían visto los milagros y su poder, pero prefieren poner la confianza en sus propias fuerzas humanas. Jesús ya se los había dicho: Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura (Mateo capítulo 6, versículo 33). Pero les faltaba confiar. Muchas veces afrontamos las dificultades sin mirar al Señor que siempre está con nosotros y quiere ayudarnos. Qué fácil es caer en el cansancio y el tedio cuando afrontamos solos las luchas de cada día.
Miremos al Señor y pongamos nuestras angustias y alegrías en Él. Lo que más le duele a Cristo es que dudemos de su amor. Él nunca se va a cansar de acompañarnos y demostrarnos su amor. Tal vez no sabemos ver, al igual que los discípulos, esos milagros y continuas muestras de amor que tiene con nosotros. Hagamos nuestra esa llamada de atención que le hace Jesús a sus apóstoles ¿Teniendo ojos no veis y oídos no oís?… Dios está con nosotros y solo busca que seamos felices. Confiemos en Él.
La confianza en el amor de Dios por cada uno de nosotros en particular es la causa y la fuente de la verdadera alegría porque nos sentimos realmente hijos amados y predilectos de Dios. Busquemos en nuestras vidas ser reflejo del amor a Dios. Transmitamos la alegría de sabernos hijos amados de Dios a todos los que nos rodean sin importar lo poco o mucho que nos agraden los demás.
Oración:
Gracias, Padre, porque en Cristo nos revelaste que la flaqueza de la cruz es tu fuerza salvadora. Guárdanos de la levadura de la incredulidad y de avergonzarnos del Evangelio de Jesús. Abre nuestros ojos, mente y corazón para reconocer tu amor y responder generosamente a tu voluntad. Queremos barrer la vieja levadura y ser masa nueva, panes ácimos con que celebrar la pascua de Cristo con los hermanos, como hombres y mujeres nuevos, nacidos de tu Espíritu y de tu palabra. Amén.
Contemplación:
Catecismo de la Iglesia Católica numeral 581: Jesús fue considerado por los judíos y sus jefes espirituales como un “rabbí”. Con frecuencia argumentó en el marco de la interpretación rabínica de la Ley. Pero al mismo tiempo, Jesús no podía menos que chocar con los doctores de la Ley porque no se contentaba con proponer su interpretación entre los suyos, sino que “enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas” […]
Oración final:
Jesús, no permitas que dude de tu amor. Sabes bien lo débil que soy y lo fácil que olvido el infinito amor que me tienes. Tómame de la mano y ayúdame a afrontar las dificultades cotidianas sabiendo siempre qué Tú estás conmigo y nunca me dejarás solo.
Propósito:
Buscaré siempre descubrir las muestras de amor que Dios me tiene para acrecentar mi confianza y amor en Él.