comentario – Martes VI de Tiempo Ordinario

Marcos 8, 14-21

a) A partir de un episodio sin importancia -los discípulos se han olvidado de llevar suficientes panes- Jesús les da una lección sobre la levadura que han de evitar.

Jesús va sacando enseñanzas de las cosas de la vida, aunque sus oyentes esta vez, como tantas otras, no acaban de entenderle. La levadura es un elemento pequeño, sencillo, humilde, pero que puede hacer fermentar en bien o en mal a toda una masa de pan. También puede entenderse en sentido simbólico: una levadura buena o mala, dentro de una comunidad, la puede enriquecer o estropear. Jesús quiere que sus discípulos eviten la levadura de los fariseos y de Herodes.

b) El aviso va para nosotros, ante todo en nuestra vida personal. Una actitud interior de envidia, de rencor, de egoísmo, puede estropear toda nuestra conducta. En los fariseos esta levadura mala podía ser la hipocresía o el legalismo, en Herodes el sensualismo o la superficialidad interesada: ¿cuál es esa levadura mala que hay dentro de nosotros y que inficiona todo lo que miramos, decimos y hacemos?

Al contrario, cuando dentro hay fe y amor, todo queda transformado por esa levadura interior buena. Los actos visibles tienen una raíz en nuestra mentalidad y en nuestro corazón: tendríamos que conocernos en profundidad y atacar a la raíz.

El aviso también afecta a la vida de una comunidad. Pablo, en lCorintios 5,6-8, aplica el simbolismo al mal que existe en Corinto. La comunidad tendría que ser «pan ázimo», o sea, pan sin levadura mala: «¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa?

Purificaos de la levadura vieja, para ser masa nueva, pues sois ázimos». Y quiere que expulsen esa levadura (está hablando del caso del incestuoso) y así puedan celebrar la Pascua. «no con levadura vieja, ni con levadura de malicia e inmoralidad, sino con ázimos de pureza y de verdad».

«El Señor bendice a su pueblo con la paz» (salmo, I)

«Dichoso el hombre que soporta la prueba» (1ª lectura, II)

«Dichoso el hombre a quien tú educas, al que enseñas tu ley» (salmo, II)

«Cuando me parece que voy a tropezar, tu misericordia, Señor, me sostiene» (salmo, II)

«Tened cuidado con la levadura de los fariseos» (evangelio)

J. ALDAZABAL
Enséñame tus caminos 4