Meditación – Viernes VI de Tiempo Ordinario

Hoy es viernes VI de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Marcos (Mc 8, 34 – 9, 1):

Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.

¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?

¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?

Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles.»

Y les decía: «Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el Reino de Dios ha llegado con poder.»

Hoy no es fácil conocer el sentido de la misión de Jesús y el camino que hay que recorrer. ¿Somos de los que proclaman y defienden la fe en Cristo y desconocen o huyen del camino que lleva a Él?

Tras las huellas del crucificado. Primera instrucción: Jesús ha enseñado en parábolas. También con signos o milagros. Marcos relata ahora la enseñanza explícita del Maestro. A los tres anuncios de la Pasión siguen otras tantas instrucciones. Son catequesis de Jesús a los que quieren seguirle. También la gente está presente. Las condiciones para seguir a Jesús se dicen en público. Todo el mundo las oye.

Negarse y cargar con la cruz son, en el fondo, el anverso y reverso de una misma decisión: aceptar perder la vida por Jesús y por el Evangelio. Sólo así la salvaremos. Enseñanza desconcertante, pero constante: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda infecundo; pero si muere da mucho fruto. Es doctrina segura: Si morimos con Él, viviremos con Él”.

El ambiente tenso de la persecución romana pudiera flotar detrás de estas palabras exigentes. Ser discípulo de Cristo, para los oyentes de Marcos, puede entrañar el riesgo de morir mártir por Cristo.

Este Jesús, que tiene exigencias tan radicales, es el Hijo del Hombre a quien el Padre, su Padre, ha dado poder para juzgar a todos los hombres. He aquí una fórmula de fe antigua y precisa. Porque tiene un poder tan extraordinario, Jesús terminará siendo reconocido como Hijo de Dios.

¿Somos de los que proclaman y defienden la fe en Cristo y desconocen o huyen del camino que lleva a Él?

Dña. Montserrat Palet Dalmases