Mt 4, 1-11 (Evangelio Domingo I de Cuaresma)

¿Por qué y cuándo fue tentado Jesús?

El relato de las tentaciones es una catequesis muy pensada en la que se quiere reflejar cómo Jesús asume solidariamente los dos grandes momentos de la etapa anterior: la historia de la humanidad que allá en el paraíso sucumbe a la tentación, es decir, no quiere aceptar los límites que le corresponde como criatura y la gran peregrinación del pueblo de Dios por el desierto durante cuarenta años. Jesús se solidariza con los protagonistas de ambos acontecimientos, pero desde su singularidad para darles respuesta adecuada y coherente. Esta presentación catequética, hay que desdoblarla y situarla en la vida histórica de Jesús, si se quiere comprender el auténtico mensaje. Quiero decir, que siguiendo tanto el relato sinóptico como el joánico de la misión de Jesús, comprobamos que Jesús fue tentado durante todo su ministerio, para inducirlo al rechazo de la misión que el Padre le ha encomendado y que Jesús aceptó: la salvación a través del verdadero mesianismo y de la tarea Siervo de Yahvé que asume la responsabilidad humana. Esta tarea es escandalosa para los judíos y choca con la concepción en boga en tiempos de Jesús. ¡Fue tentado como nosotros en todo, pero no pecó! ¿Pan o Palabra de Dios? El pan, remite al milagro del maná en el desierto. Jesús vence la tentación retirándose a la montaña y revelando a las gentes el sentido del pan (Jn 6,26ss). ¿Ostentación o silenciosa eficacia salvadora? La segunda tentación es la oferta de un modo distinto de llevar adelante el plan de Dios que el que Jesús se ha atrevido a adoptar. El pueblo judío tiene otras expectativas: la liberación social «manifestándose» como un gran líder que conduzca al pueblo a su liberación. Esta dialéctica de manifestación ostentosa y de ocultamiento salvador es la tentación segunda. La victoria sobre esta tentación se ilumina plenamente en la cruz liberadora de la ley, del pecado y de la muerte, pero que provoca un profundo escándalo. ¿Poder temporal o salvación total y universal? La tercera tentación hay que entenderla en un pueblo sometido duramente por los romanos (roban, violan, extorsionan sin escrúpulo) que necesita una liberación tangible que ha de realizar el Mesías. Y quieren hacerle rey, le ofrecen el liderazgo político-militar. El poder de Dios se manifiesta de otra manera y Jesús quiere encarnar y realizar ese plan (Sb 11,23). En esta realidad de la historia concreta de Jesús las tentaciones recobran toda su viveza. Durante su ministerio tuvo que enfrentarse constantemente con gentes que «le tentaban», le «ponían» a prueba insistentemente hasta la cruz como recuerda Lucas: «le dejó hasta otra ocasión».

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo