Liturgia – Miércoles de Ceniza

MIÉRCOLES DE CENIZA, feria

Misa de la feria (morado)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Se omite el acto penitencial. Prefacio III o IV Cuaresma. No se puede decir la Plegaria Eucarística IV.

Leccionario: Vol. II

  • Jl 2, 12-18. Rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos.
  • Sal 50. Misericordia, Señor, hemos pecado
  • 2Cor 5, 20 – 6, 2. Reconciliaos con Dios: ahora es tiempo favorable.
  • Mt 6, 1-6. 16-18. Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Antífona de entrada          Cf. Sab 11, 23-24
Te compadeces de todos, Señor, y no aborreces nada de lo que hiciste; pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan, y los perdonas, porque tú eres nuestro Dios y Señor.

Monición de entrada y acto penitencial
Con esta celebración inauguramos la Cuaresma, tiempo especialmente propicio para escuchar la Palabra de Dios, y asimilarla en profundidad mediante la meditación y la oración.

Con la escucha de la Palabra de Dios, la oración, la limosna y el ayuno, nos preparamos para celebrar el momento cumbre del año cristiano: la Pascua del Señor: su pasión, muerte y resurrección; en la noche santa de la resurrección de Cristo renovaremos los compromisos de nuestro bautismo.

Por todo ello, la Cuaresma lleva consigo una llamada de Dios a la conversión: a reconocer nuestros pasos extraviados y orientar toda nuestra vida de acuerdo con la voluntad de Dios sobre nosotros.

(No hay acto penitencial, y se pasa directamente a la oración colecta)

Oración colecta
CONCÉDENOS, Señor,
comenzar el combate cristiano con el ayuno santo,
para que, al luchar contra los enemigos espirituales,
seamos fortalecidos con la ayuda de la austeridad.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Bendición e imposición de la ceniza
Después de la homilía, el sacerdote, de pie, dice con las manos juntas:

Con actitud humilde oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, para que se digne bendecir con su gracia estas cenizas que vamos a imponer en nuestras cabezas en señal de penitencia.

Oremos:
O
H, Dios, que te dejas vencer por el que se humilla
y encuentras agrado en quien expía sus pecados,
escucha benignamente nuestras súplicas
y derrama la gracia ✠ de tu bendición
sobre estos siervos tuyos que van a recibir la ceniza,
para que, fieles a las prácticas cuaresmales,
puedan llegar, con el corazón limpio,
a la celebración del Misterio pascual de tu Hijo.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R/. Amén.

O bien

OH, Dios, que no quieres la muerte del pecador,
sino su arrepentimiento,
escucha con bondad nuestras súplicas
y dígnate bendecir ✠ esta ceniza
que vamos a imponer sobre nuestra cabeza;
y, porque sabemos que somos polvo y al polvo hemos de volver,
concédenos, por medio de las prácticas cuaresmales,
alcanzar el perdón de los pecados
y emprender una nueva vida
a imagen de tu Hijo resucitado.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
Y asperja con agua bendita las cenizas, sin decir nada. 

Seguidamente, el sacerdote impone la ceniza a todos los presentes que se acercan hasta él; a cada uno le dice:

Convertíos y creed en el Evangelio.          Cf. Mc 1, 15

    O bien:
Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás.          Cf. Gén 3, 19

No se dice Credo.

Reflexión
«Rasguen su corazón, no sus vestidos» (Jl 2, 13). Con estas penetrantes palabras del profeta Joel, la liturgia nos introduce hoy en la Cuaresma… El llamamiento profético nos recuerda que la conversión no se reduce a formas exteriores o a vagos propósitos, sino que implica toda la existencia a partir del centro de la persona, desde la conciencia. Estamos invitados a emprender un camino en el cual –desafiando la rutina– nos esforzamos por abrir los ojos y los oídos, para ir al encuentro de Dios y de los hermanos… El evangelio de hoy indica los elementos de este camino espiritual: la oración, el ayuno y la limosna (Cfr. Mt 6, 1-6. 16-18)…

El primer elemento es la oración. La oración es la fuerza del cristiano y de cada persona creyente. En la debilidad y en la fragilidad de nuestra vida, podemos dirigirnos a Dios con confianza de hijos y entrar en comunión con Él para gustar de su ternura… El segundo elemento significativo del camino cuaresmal es el ayuno. Debemos estar atentos a no practicar un ayuno meramente formal. El ayuno comporta la elección de un estilo de vida sobria y es signo de la confianza que ponemos en Dios y en su Providencia… El tercer elemento, es la limosna: ella indica la gratuidad, porque en la limosna se da a alguien de quien no se espera recibir algo a cambio. La limosna es libertad de la obsesión del poseer, del miedo a perder lo que se tiene, de la tristeza de quien no quiere compartir con los demás el propio bienestar…

Con sus invitaciones a la conversión, la Cuaresma viene providencialmente a despertarnos, a sacudirnos del sueño, del riesgo de seguir adelante por inercia. La exhortación que el Señor nos dirige por medio del profeta Joel es fuerte y clara: «Conviértanse a mí de todo corazón» (Jl 2, 12). ¿Por qué debemos volver a Dios? Porque algo no está bien en nosotros, en la sociedad o en la Iglesia, y necesitamos cambiar, dar un viraje… Una vez más la Cuaresma nos dirige su llamamiento profético, para recordarnos que es posible realizar algo nuevo en nosotros mismos y a nuestro alrededor, sencillamente porque Dios es fiel, siempre dispuesto a perdonar y recomenzar de nuevo. [Sintetizado de: Papa Francisco, Homilía, 5-III-2014].

Oración de los fieles
Oremos al Señor, nuestro Dios. Él nos escucha en este tiempo de gracia; nos ayuda en este día de salvación.

1.- Por la Iglesia, para que, escuchando la Palabra de Dios y perseverando en la oración, llegue a celebrar con sinceridad la Pascua. Roguemos al Señor.

2.- Por los que sufren hambre, para que nuestro ayuno de este día les procure el alimento necesario. Roguemos al Señor.

3.- Por los que viven sin fe, para que abran su corazón al don de Dios. Roguemos al Señor.

4.- Por nosotros, que hemos recibido la ceniza, para que tomemos en serio la oración, la limosna y el ayuno, comprendiendo su sentido, y no echemos en saco roto la gracia de Dios. Roguemos al Señor.

Dios, Padre nuestro, que no quieres la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, escucha nuestras súplicas. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
AL ofrecer el sacrificio que inaugura solemnemente la Cuaresma,
te pedimos, Señor,
que, mediante las obras de caridad y de penitencia,
dominemos las malas inclinaciones
y, limpios de pecado,
merezcamos celebrar piadosamente la pasión de tu Hijo.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio III o IV de Cuaresma

Antífona de comunión          Cf. Sal 1, 2-3
El que medita la ley del Señor día y noche da fruto en su sazón.

Oración después de la comunión
LOS sacramentos que hemos recibido
nos sean de ayuda, Señor,
para que nuestros ayunos sean gratos a tus ojos
y nos sirvan de medicina.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo
OH, Dios, infunde propicio un espíritu de contrición
sobre los que se inclinan ante tu grandeza,
y merezcan conseguir misericordiosamente la recompensa
prometida a los que se arrepienten.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

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