Jesús como camino de felicidad auténtica
Oración inicial:
Haz que descienda en mi entendimiento el espíritu de verdad, para que me guie por el camino de la salvación, hoy al acercarme a tu palabra, quiero que me hables como en el Antiguo Testamento a Moisés, que en tu silencio encuentre tu palabra. Amén.
Lectura. Mateo capítulo 9, versículos 14 al 15:
Los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?” Jesús les respondió: “¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que le quitarán al esposo, y entonces sí ayunarán”.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
(Se lee el texto dos o más veces, hasta que se comprenda).
Indicaciones para la lectura:
Mateo responde a la situación que vivía su comunidad mostrando que Jesús es el Mesías, explicando que la Iglesia ha heredado la misión de Israel, e invitando a los cristianos a vivir según las enseñanzas de Jesús.
Las comparaciones con que Jesús responde a los enviados de Juan subrayan el comienzo de una situación nueva (reino) que es incompatible con lo viejo (judaísmo). Lo nuevo rompe los estrechos moldes de lo viejo.
Recordemos que Jesús todavía no hace la elección de sus apóstoles, es por esos que algunos discípulos de Juan el Bautista eran: Pedro y Juan.
Meditación:
A un observador de las cosas de este mundo parecería que el hombre debe esperar a llegar al Cielo para tener una vida sin preocupaciones. Si hay carestía de algo en el mundo, no es precisamente de preocupaciones. El que tiene hijos se preocupa por ellos, quien tiene ancianos a su cuidado se preocupa por ellos. El empresario se preocupa porque su empresa vaya adelante, el ama de casa se preocupa de que su hogar esté en orden y dispuesto, el estudiante se preocupa por aprobar sus exámenes. Todos tenemos nuestra ración cotidiana de preocupaciones.
Algunas sin embargo son muy pesadas, y nadie puede negar su importancia. Son enfermedades o situaciones familiares y sociales de muy difícil solución. El evangelio de hoy nos presenta un aspecto de la figura de Cristo que debe llenar deesperanza los corazones atribulados. Cristo como aquel que “tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras iniquidades”. Esto puede parecernos simple palabrería, pues el que tiene problemas no siempre encuentra una solución a ellos en la oración. Y surge la tentación de pensar que a Cristo le son indiferentes nuestras preocupaciones. Sin embargo, es cierto que Cristo vino a cargar con nuestras flaquezas.
Tal vez no como nosotros lo esperamos, pero seguro que sí como Él quiso entregarse. Porque lo que Cristo nos ofrece quizás no sea la solución material a nuestras dificultades, pero no cabe duda que nadie como Él tiene el bálsamo que cura nuestra alma, el remedio que calma nuestro espíritu, la palabra que pacifica nuestro corazón.
Oración:
Señor Jesús, hoy he descubierto que solo tú, puedes dar la alegría de mi vida, por eso te pido que nunca te alejes de mí y de mi familia, para así poder seguirte y ganar la eterna salvación que nos has prometido, también te pido que cuando este triste tú seas mi bastón para poderme levantar y no quedarme estancado, esto te lo pido con una firme fe, que he puesto en ti. Todo esto te lo pido tú que vives y reinas en la Unidad del padre y del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Contemplación:
El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer el hombre hacia sí y solo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar.
Dios no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y encuentre la dicha, Pero esta búsqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, “un corazón recto”, y también el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios.
Él anuncia la buena noticia del Reino a los pobres y a los pecadores. Por esto, nosotros, como discípulos de Jesús y misioneros, queremos y debemos proclamar el Evangelio, que es Cristo mismo. Anunciamos a nuestros pueblos que Dios nos ama, que su existencia no es una amenaza para el hombre, que está cerca con el poder salvador y liberador de su Reino, que nos acompaña en la tribulación, que alienta incesantemente nuestra esperanza en medio de todas las pruebas.
Oración final:
Señor, dame el gozo y la generosidad en el sacrificio al saber que es el medio que me acerca a Ti. Tú te entregaste por mí hasta morir en la cruz para salvarme, yo, para corresponderte, quiero ayunar más de mí mismo y de mis cosas, no quiero escatimar nada para colaborar contigo en la salvación de los hombres mis hermanos.
Propósito:
Mortificar mi egoísmo haciendo, por amor, un acto de caridad con alguien cercano a mí.