La primera semana de Cuaresma comienza con el recuerdo de la segunda venida de Jesús al final de los tiempos para juzgar al mundo.
En su primera venida el día de Navidad, Jesús vino a salvar al hombre y a dejar los medios para conseguir la salvación.
En su segunda venida al final de los tiempos, vendrá como juez y a cada uno de los hombres le pedirá cuenta del uso, que haya hecho de esos medios de salvación.
El Hijo del Hombre, volverá como rey supremo a juzgar a todas las naciones, o sea a toda la humanidad.
Para los judíos esa humanidad, era objeto de condenación por no pertenecer al pueblo Dios. Jesús nos dice en este evangelio, que esa humanidad que no tiene fe en él, simplemente porque no lo conoce, también se salva, el Señor los juzgará por su buena voluntad, concretada en las obras de amor y misericordia que han hecho en favor de los necesitados.
Son muchas las personas y los pueblos que no conocen a Jesús, que pertenecen a otras religiones o simplemente que no tienen religión y que sin embargo, se entregan generosamente al servicio de los pobres, de los oprimidos.
San Juan de la Cruz dice que en el último día, nos juzgarán en el amor.
Por eso cada uno de nosotros, que tenemos fe en Jesús, que lo conocemos, que podemos recibirlo en la eucaristía, tendríamos que preguntarnos, cómo estamos en el amor, deberíamos ver si no estamos un poco escasos de misericordia.
Y cuando reconozcamos en nosotros ese escaso amor, seamos menos severos al juzgar.
No juzguemos a otra gente, a gente que practica otra religión o tal vez ninguna, porque tal vez ellos sin conocer a Cristo y quizá sin saberlo estén más cerca de Él y de su reino que nosotros.
El Señor nos dejó como ley fundamental que nos amemos unos a otros, y nos dijo, que en eso se reconocerían sus discípulos.
El amor a Dios, lo tenemos que vivir y expresar en el amor al prójimo
Por eso el Señor en este evangelio nos muestra que los que hagamos o no a un hermano nuestro, «se lo hacemos» o «no», a Dios.
Todo el secreto del cristianismo consiste en saber descubrir a Dios en los demás, por sobre todo en los que sufren.
El Señor en este evangelio se identifica con los que más necesitan amor, y nos dice a nosotros que lo amemos en esas personas que sufren, que están enfermos, que están desamparados, que tienen hambre…
Vamos a ofrecerle a Dios hacer hoy algo por alguna persona que esté sufriendo alguna necesidad. Queremos en esta cuaresma preparar nuestro corazón caminar hacia la santidad que el Señor pide a sus discípulos.