¡Entre la cruz y la gloria!.
Ya el marco en que los evangelistas colocan este acontecimiento nos permite descubrir su primer valor para el anuncio y la predicación en este domingo. La radicalidad de las palabras de Jesús es de una autenticidad indiscutible. Se enseña habitualmente que las palabras de seguimiento son de las más auténticas y las menos discutidas de las que pronunció Jesús. Jamás ningún maestro de su tiempo ni después tampoco se atrevió formular tal invitación: quien quiera ser discípulo debe negarse a sí mismo y ponerse en marcha detrás de mí. Pero en líneas anteriores, ha revelado sin ambages su destino, que por cierto sólo fue captado en su primera parte, es decir, la que habla de sufrimientos, traiciones, humillaciones y muerte. Jesús habló también de resurrección, de vida, de gloria. Pero los discípulos no entendieron y Pedro se escandaliza. ¡Jesús avalado por dos grandes profetas: Moisés y Elías!. Mateo nos invita a contemplar a Jesús como un nuevo Moisés, que se encuentra con Dios en un nuevo Sinaí, también en medio de una nube y rodeado de luz. Moisés y Elías tienen relación importante con el Sinaí, y los dos representan lo mejor del profetismo. Personifican la Ley y los Profetas donde se encuentra la esencia de la revelación veterotestamentaria de la voluntad de Dios. Y también Mateo nos ha advertido ya (5,17ss) que Jesús ha venido a dar cumplimiento (histórico-salvífico) a la Ley. Y en otro momento de su ministerio nos dijo que toda la ley y los profetas se sintetizan en su nuevo mandamiento de amor a Dios y al prójimo (Mt 22,40). ¡Jesús, el Hijo predilecto del Padre!. La voz celeste procedente del Padre es una solemne declaración: Jesús es su Hijo amado, en quien se complace. La revelación nos remite a otro acontecimiento central en la vida de Jesús que es su bautismo (otro elemento importante para centrar bien el sentido de la cuaresma: tiempo de preparación y experiencia bautismal). ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Jesús!. El «escuchadle» de este fragmento centra la atención del lector. Se le invita a que entienda todo el conjunto orientado a este centro. Jesús está dotado de las cualidades de quien puede revelar la última voluntad de Dios en favor de los hombres. Viene a proclamar la soberanía y del amor de Dios. El hombre no tiene otra alternativa, si se quiere poner en marcha hacia la verdadera salvación: escuchar la palabra de Éste de quien dan testimonio la ley y los profetas y que, por lo tanto, está por encima de la ley y de los profetas. Sólo Él tiene la definitiva palabra de salvación. La cuaresma es un tiempo de camino y de peregrina-ción para el encuentro con Jesús y con uno mismo. La mediación es la Palabra del Hijo de Dios, del nuevo Moisés y del Nuevo y definitivo profeta. Cuaresma es un tiempo privilegiado para encontrarnos con la palabra de Dios, una palabra viva y eficaz como espada de doble filo que ilumina, denuncia, sana, exhorta y da vida conduciendo al hombre a su más íntima realidad y libertad. Es necesario «escuchar» al definitivo enviado por Dios.