Uno de los anglicismos que se han incorporado a nuestro lenguaje es la palabra “spoiler”. Se dice que alguien “hace spoiler” cuando una persona está leyendo un libro, o siguiendo una serie, o quiere ver una película, y otro le revela los detalles de la trama o le cuenta el final, quitándole así toda la emoción y la sorpresa. Por eso, cuando se va a comentar alguna obra de ficción, a veces encontramos una advertencia: “Aviso de spoiler”, para avisarte de que se van a contar esos detalles y, si no quieres enterarte, que no sigas leyendo o escuchando.
Antes de escuchar el Evangelio de este segundo domingo de Cuaresma también deberíamos haber puesto un cartel: “Aviso de spoiler”, porque es lo que ha hecho Jesús hoy.
Los discípulos llevan ya un tiempo con Él, han escuchado su predicación, le han visto hacer varios milagros, les ha anunciado su próxima Pasión, ha reprochado a Pedro que piensa como nos hombres y no como Dios, les ha dicho que quien quiera seguirle tiene que negarse a sí mismo y cargar con su cruz… La trama de la historia de Jesús va complicándose y ganando interés, los discípulos no saben cómo se desarrollarán los acontecimientos y cómo acabará todo… y Jesús, hoy, les hace spoiler a Pedro, Santiago y Juan y les cuenta el final: Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
Como indica el Prefacio de este segundo domingo de Cuaresma: Jesús, “después de anunciar su muerte a los discípulos, les mostró en el monte santo el resplandor de su luz, para testimoniar, de acuerdo con la ley y los profetas, que, por la pasión, se llega a la gloria de la resurrección”. Podríamos pensar que Jesús les ha destripado el final de su historia y que, al hacerlo, les ha quitado toda la emoción del camino que están siguiendo. Pero lo que pretende Jesús al hacer este spoiler que es la Transfiguración, es precisamente lo contrario, como bien refleja el Prefacio de la fiesta de la Transfiguración del Señor, el 6 de agosto: “Cristo, nuestro Señor, manifestó su gloria a unos testigos predilectos, y les dio a conocer en su cuerpo, en todo semejante al nuestro, el resplandor de su divinidad. De esta forma, ante la proximidad de la pasión, fortaleció la fe de los apóstoles, para que sobrellevasen el escándalo de la cruz, y alentó la esperanza de la Iglesia”.
Jesús ha hecho este spoiler para sus discípulos, los de entonces y los de ahora, porque sabe que su seguimiento conlleva “el escándalo de la cruz”, es decir, la negación de uno mismo, el servicio, la entrega, la humillación, el rechazo, el sufrimiento, el fracaso e incluso la muerte, todo lo que Él sufrió; y esto puede echarnos atrás en nuestra decisión de ser discípulos suyos. Por eso, es necesario hacer spoiler, permitir que atisbemos algo de su divinidad y destriparnos el final, “que, por la pasión, se llega a la gloria de la resurrección”, para que la certeza de que Jesús es realmente el Hijo de Dios y su victoria final dé sentido, fuerza y esperanza a quienes acepten su invitación a seguirle.
Sin embargo, los discípulos no comprendieron bien este spoiler de Jesús ya que en el texto paralelo del evangelista san Marcos se dice que discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos. Por eso Jesús les dice: No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos, porque esa manifestación de su divinidad podría malinterpretarse como la llegada del Mesías liberador en sentido político y militar. Será tras la Resurrección cuando comprendan lo vivido.
¿He hecho o me han hecho alguna vez un spoiler? ¿Me quitó la emoción y la sorpresa del final, o me dio más ganas de verlo o leerlo por mí mismo? ¿Qué supone para mí este spoiler de Jesús que es la Transfiguración? ¿Me ayuda a seguirle cada día, incluso con el escándalo de la cruz?
Llevamos poco tiempo del camino de la Cuaresma, pero Jesús ya nos destripa hoy el final que celebraremos en la Pascua, y lo hace con la misma intención con que lo hizo con Pedro, Santiago y Juan: para fortalecer nuestra fe y alentar nuestra esperanza ante las pruebas que cada día se nos presentan. Por eso hoy el Señor nos invita nuevamente a seguirle: “Sal de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré (1ª lectura). Sal de tu comodidad y del miedo que te paralizan hacia una meta que no puedes imaginar. Escucha a mi Hijo y toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios (2ª lectura), no te asustes ante el escándalo de la cruz, porque es el camino de la Resurrección y un día podrás contemplar cara a cara mi gloria”.