El testigo lleva a plenitud los mandamientos
Invocación al Espíritu Santo:
Respira en mí, oh Espíritu Santo, Para que sea santo mi pensar. Impúlsame, oh Espíritu Santo, Para que sea santa mi actitud. Atráeme, oh Espíritu Santo, Para que yo ame, lo que es santo. Fortaléceme, oh Espíritu Santo. Protégeme, oh Espíritu Santo, Para que jamás pierda lo que es santo. Amén.
Lectura. Mateo capítulo 5, versículos 17 al 19:
Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley.
Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos”.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
(Se lee el texto dos o más veces, hasta que se comprenda).
Indicaciones para la lectura:
Las enseñanzas de Jesús no pretenden abolir las leyes, sino llevarlas a sus consecuencias más radicales. Según la doctrina de los fariseos, el hombre debía practicar las obras buenas que lo hacen justo ante Dios y le proporcionan la salvación. Sin embargo, su interpretación de la ley había caído en la casuística y en la trampa de cumplir con lo mínimo imprescindible. Jesús propone una vivencia de la ley desde dentro, sin barreras, fundamentada en la relación personal con el padre y desbordando las exigencias de la misma ley por medio del amor vivido en plenitud.
Meditación:
Toda esa tremenda legislación se convirtió en una carga demasiado pesada. Los mismos judíos experimentan esta casi insuperable dificultad. Ser un hombre perfecto, como Dios lo quiere, sin estar unido verdaderamente a Dios desde el inte- rior, es una tarea imposible.
Los actos externos, el culto, los ritos y todos los sacrificios, no pueden todo unido llegar al valor de un simple acto de contrición, de una simple y sencilla oración que nace del corazón y que diga: “Señor, ten piedad de mí, porque soy un pecador… un corazón contrito y humillado tú, Oh Dios, no lo desprecias”, dice el salmo. Cuántos se habían olvidado de esto en aquellos tiempos, y cuántos hoy pensamos que para tranquilizar la conciencia basta un acto externo, una limosna, o ni siquiera eso… Hemos adaptado tanto a nuestro antojo la ley de Dios que su contenido casi ha desaparecido o nos contentamos con “decir algo a Dios de vez en cuando”.
El camino de una verdadera conversión interior, es el de un leal esfuerzo por interiorizar nuestra experiencia y relación con Él, pero sin dejar de aprovechar las riquezas espirituales de la Iglesia, sobre todo a través de los sacramentos. Ahí encontraremos al Señor siempre que le busquemos. Su espíritu está ahí presente y actúa por encima de las instituciones y de las personas… Yo estaré con vosotros hasta el final del mundo…
Oración:
Toma Señor y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y poseer. Tú me lo diste, a Ti Señor lo torno; todo es tuyo. Dispón de ello conforme a tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que eso me basta, sin que te pida otra cosa. Amén.
Contemplación:
El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña en el numeral 592: Jesús no abolió la ley del Sinaí, sino que la perfeccionó de tal modo que reveló su más profundo sentido y satisfizo por las transgresiones contra ellas.
En el numeral 2053: (…) el seguimiento de Jesucristo implica cumplir los mandamientos. La ley no es abolida, sino que el hombre es invitado a encontrarla en la persona de su Maestro, que es quien le da le plenitud perfecta.
Oración final:
Señor, erróneamente existe la tendencia de pensar que, así como el agua y el aceite no se mezclan, tampoco lo hacen tus mandamientos y la felicidad. Por eso, con diligencia voy adormilando mi conciencia, y sutilmente hago a un lado todo lo que implique renuncia, esfuerzo, sacrificio. Gracias por recordarme que me ofreces tu gracia y amor para ser fiel siempre a tu ley, que tiene como fundamento el amor.
Propósito:
Cumplir siempre las leyes civiles y de la Iglesia y reflexionar en qué sentido me lleva a vivir más plenamente el amor.