Lectio Divina – Jueves III de Cuaresma

Testigos del poder de Jesús para expulsar demonios

Invocación al Espíritu Santo:

Señor Jesucristo, Hijo del Padre, manda ahora tu Espíritu sobre la tierra. Haz que el Espíritu Santo habite en el corazón de todos los pueblos, para que sean preservados de la corrupción, de las calamidades y de la guerra. Que la Señora de todos los Pueblos, que un día era María, sea nuestra Abogada. Amén.

Lectura. Lucas capítulo 11, versículos 14 al 23:

Jesús expulsó a un demonio, que era mudo. Apenas salió el demonio, habló el mudo y la multitud quedó maravillada. Pero algunos decían: “Este expulsa a los demonios con el poder de Belzebú, el príncipe de los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa.

Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: “Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder de Belzebú. Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan los hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios con el dedo de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios.

Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

(Se lee el texto dos o más veces, hasta que se comprenda).

Indicaciones para la lectura:

Los contemporáneos de Jesús no negaban su poder para combatir el mal, pero las opiniones se dividían cuando se trataba de aclarar el origen de su poder. Jesús insiste en que el mal no puede combatir contra sí mismo. Toda su vida muestra que actúa con el poder de Dios para hacer que el bien reine en la humanidad. Todo lo que Jesús hace es el signo de que el reino de Dios ha llegado en medio de los hombres, por eso el reino de las tinieblas es vencido.

Meditación:

Pienso que nosotros, los cristianos, tenemos un gran regalo que debemos aprovechar: la presencia de Dios. Él nos acom- paña a todas partes y su presencia nos da paz y fuerzas para seguir luchando para que el bien venza.

Sin embargo, ante el mal que vemos a nuestro alrededor se nos presenta una tentación: que supuestamente el mal es fuerte y puede vencer a Dios. Pero no es así. En el evangelio de hoy, Cristo nos demuestra que Él ha vencido al demonio y al pecado. Jesucristo quiere ser nuestra paz y nuestra gran esperanza. Sólo nos pide una cosa: que nos entreguemos totalmente a Él, que en nosotros no haya ningún rastro de maldad, que nos esforcemos conscientemente por ser hombres de bien, pero hombres completos. “El que no está conmigo, está contra mí”.

Entreguémonos a Dios. Hoy es un día para revisar si hay algo en mí que no va de acuerdo con mi condición de católico. Dios quiere un reino fuerte y consolidado. Nos quiere muy unidos a Él. “Nunca se ha escuchado decir de un hombre que se entregó por entero a Dios y no fue plenamente feliz”.

Oración:

Gracias Señor porque con tu presencia amorosa, nos libras del poder de las tinieblas, te pedimos que no permitas que el poder del enemigo nos venza, que siempre confiemos en Ti, que siempre deseemos estar bajo tu cuidado y en tu compañía.

Contemplación:

El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña en el numeral 421: Los fieles cristianos creen que el mundo ha sido creado y conservado por el amor del Creador, colocado ciertamente bajo la esclavitud del pecado, pero liberado por Cristo crucificado y resucitado, una vez que fue quebrantado el poder del Maligno.

Oración final:

Señor, recordando esta gran verdad, que Tú tienes poder sobre todas las creaturas, tomo conciencia del gran valor de mi vida de gracia. ¡Qué honor y dignidad tengo al ser hijo de Dios, hijo del Amo y Señor del Universo! Señor Jesús, concédeme la gracia de valorar y proteger nuestra amistad, y también de nunca perder la paz, porque Tú permites que todo suceda para mi bien.

Propósito:

Hoy rezaré un misterio de rosario, pidiendo por todas las personas que están en pecado para que se acerquen a Dios.

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Homilía – Jueves III de Cuaresma

Este pasaje del Evangelio nos dice que Jesús, que conocía los pensamientos de los que murmuraban por la curación del hombre mudo, les dice: «Una nación dividida corre a la ruina, y los partidos opuestos caen uno tras otro. Si Satanás también está dividido, ¿podrá mantenerse su reino?

La división entre los buenos, entre los seguidores del Señor, es una de las cosas que con más empeño busca el demonio, porque se da cuenta que es el medio más eficaz para la destrucción del Reino de Dios.

Todo aquel que es causa de división entre los cristianos, aunque no se dé cuenta, trabaja para el demonio y en contra de los intereses del Señor. Ahí radica la gravedad que siempre reviste fomentar una división entre los seguidores del Señor. Y muchas veces, en distintos grupos o distintas personas dentro de la misma Iglesia, se fomentan envidias o rencores, que son las que precisamente el Señor censura en evangelio de hoy.

No siempre se podrá pretender que todos pensemos lo mismo. Que todos coincidamos en la forma de hacer las cosas, o en nuestros gustos. Pero, ya que nuestra inteligencia, nuestra cabeza, no nos puede unir, que nos una al menos nuestro corazón. La desunión no es tanto el producto de ideas u opiniones diferentes, sino más bien, se origina en las actitudes y en los sentimientos que acompañan a esas opiniones o ideas.

Los cristianos debemos imitar a Cristo también en la forma de juzgar y en la forma de perdonar. No podemos crear una enemistad o una desunión, por cualquier diferencia que surja entre nosotros.

El Señor dice en el mismo pasaje:

El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.

El hombre tiene dos alternativas: o estamos con Jesús o estamos contra Él. No hay un término medio. Quien no se entrega voluntariamente al Señor, cae bajo la influencia de Satanás.

Y entregarnos voluntariamente al Señor, significa estar en unión con El, y estar en unión con nuestros hermanos.

En este tiempo de Cuaresma, revisemos nuestras actitudes y nuestros sentimientos para con todos aquellos con quienes alguna vez hemos tenido una diferencia que nos ha distanciado.

Y propongamos ser nosotros los primeros que vamos a dar un paso hacia la reconciliación, recordando las palabras del Señor que nos manda a reconciliarnos con nuestros hermanos antes de presentar nuestra ofrenda ante el altar.

Comentario – Jueves III de Cuaresma

­Lucas 11, 14-23

A Jesús algunos tampoco le escuchan ni le hacen caso. Para no tener que prestar atención a lo que dice, que es incómodo, buscan excusas. Hoy, una que es realmente poco razonable: que lanza los demonios en connivencia con el mismo Satanás.

La respuesta de Jesús está llena de sentido común: un reino dividido no podrá subsistir. Lo que pasa es que sus adversarios no quieren reconocer lo evidente, que ya ha llegado el Reino prometido. Que ya ha llegado el que es más fuerte que el maligno y está entablando con él una lucha victoriosa. Es que, si reconocen esto, tendrán que aceptar a Jesús como el Mesías de Dios y hacer caso del testimonio que está dando.

Contra los que se quejan Dios en el AT y Jesús en el evangelio, son precisamente los del pueblo elegido, los que oficialmente se consideran los mejores. Pero se ve que eso mismo, de alguna manera, les inmuniza contra lo que diga Jesús y no saben escuchar la voz de Dios.

No hay sinceridad. No quieren ver la luz. Jesús les acusará en otras ocasiones de «pecar contra el Espíritu Santo», o sea, de pecar contra la luz, no queriéndola ver, a pesar de que sea evidente.

¿Estamos nosotros mereciendo de alguna manera esta acusación de Jesús? ¿estamos causándole una desilusión en nuestro camino de este año a la Pascua, que ya está exactamente en su mitad? El Viernes Santo, durante la adoración de la Cruz, cantaremos una lamentación que el profeta pone en labios de Dios: «pueblo mío, ¿qué te he hecho?».

¿Tendremos que sentirnos aludidos?

En el ritual del Bautismo hay un gesto simbólico expresivo, el «effetá», «ábrete». El ministro toca los labios del bautizado para que se abran y sepa hablar. Y toca sus oídos para que aprenda a escuchar. Dios se ha quejado hoy de que su pueblo no le escucha.

¿Se podría quejar también de nosotros, bautizados y creyentes, de que somos sordos, de que no escuchamos lo que nos está queriendo decir en esta Cuaresma, de que no prestamos suficiente atención a su palabra?

La Virgen María, maestra en esto, como en otras tantas cosas, de nuestra vida cristiana, nos ha dado la consigna que fue el programa de su vida: «hágase en mí según tu palabra».

Va por nosotros el salmo de hoy: «ojalá escuchéis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón».

«Escuchad mi voz, caminad por el camino que os mando, para que os vaya bien» (1ª lectura)

«Ojalá escuchéis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón» (salmo)

«Ojalá esté firme mi camino para cumplir tus consignas» (comunión)

«Tú nos conduces a la salvación a través de los acontecimientos de la vida y de tus sacramentos» (poscomunión)

J. ALDAZABAL
Enséñame tus caminos 2

Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo

Señor Jesús,
el otro día fuiste “agua viva”.
Hoy te presentas
como luz para los ojos que no ven:
“mientras estoy en el mundo,
soy la luz del mundo”.

A partir del encuentro contigo
los ojos del ciego de nacimiento
volvieron a ver las cosas que ocurrían,
las maravillas que Dios había hecho
y sobre todo te reconocieron
como Hijo del hombre:
“Creo Señor”.

Tu Persona, Señor Jesús,
siempre es beneficiosa
para el ser humano.
Eres un fenómeno,
siempre aportando bien para los humanos.

También ahora, aunque muchos no lo sepan,
necesitan tu luz, necesitamos luz
para que nuestros ojos se abran a la fe,
a la esperanza y a la caridad.

Señor, ábreme los ojos siempre a tu Persona,
al bien, al amor, a Dios.

¡Qué pena que en nuestro mundo,
en nuestros países ricos tan cultos,
tan avanzados, tan tecnificados,
tan progresistas… muchas personas
no sepan que Tú eres la luz del mundo!

¿No será que cautivados, embelesados
por la técnica, por la ciencia,
por el progreso, por las cosas…
muchos de los nuestros
se han convertidos en los ciegos de hoy?

Un grupo de hombres colombianos
ayer me decían:
no comprendemos lo que sucede
aquí en Europa.
Resulta que nosotros los pobres,
los que hemos sido evangelizados
por los europeos ahora somos
los que creemos,
los que tenemos fe en Dios y en Jesús
y los de aquí reniegan de Dios
y a veces, incluso, lo maldicen.
Algunos dicen que si Dios existiera
no tendrían penas.
Todo son excusas.
No lo comprendemos.

¿Participo, yo también, de la ceguera
de este mundo?

¡Qué curioso contraste!
el que es ciego es el que te reconoce
y profesa fe en tu persona:
creo Señor que Tú eres el Hijo del Hombre,
“jamás se oyó decir que nadie
abriera los ojos a un ciego de nacimiento
si este no viniera de Dios”

Y los que creían que veían,
los que parecía que lo sabían todo,
los entendidos, los conocedores de la religión…
están ciegos y no saben reconocerte:
“No sabemos de donde viene”
“sabemos que este hombre es un pecador”.

Señor, Jesús
haz de nuevo barro con tu saliva,
unta mis ojos con ese fango
para que vea, para que sepa dar
razón de tu Persona,
para que no me desanime de mis fallos,
ni de las limitaciones y fragilidades
de la Iglesia.
Unta mis ojos de tu barro
para que sepa descubrir los caminos
por los que quieres
conducir a tus comunidades de seguidores.
Unta mis ojos de tu barro
para construya comunidad, paz, esperanza…

Que no sea, Señor Jesús,
como los fariseos que rodean al ciego
y a sus padres.
Todos ellos viendo no ven,
no saben escuchar el testimonio
del ciego de nacimiento.
Empecinados, afincados en el pasado
no saben descubrir la luz de Dios
que se abre camino en medio de los pobres.

Que nosotros no permanezcamos encallados,
inmóviles en el pasado, Señor,
y que sepamos reconocer
tu presencia en la novedad de tu Persona.

Notas para fijarnos en el Evangelio

• Los discípulos le ponen a Jesús una pregunta que refleja el pensar de la gente de aquel tiempo. En aquel ambiente se atribuían las enfermedades al pecado personal: ¿quién ha pecado este o sus padres?” (2). Jesús rechaza esta mentalidad: “ni este pecó ni sus padres” (3). Es otra historia.

• Parece mentira pero aún hoy existe esta misma mentalidad en muchas personas. “Si yo soy una buena persona ¿porque me viene esta desgracia?”. Como si los buenos tuviesen que tener en este mundo una vida placentera y los malos todas las miserias.

• Jesús, una vez más, tomando la iniciativa un día de sábado, a un ciego de nacimiento le unta los ojos con barro hecho de saliva, le manda lavarse en la piscina de Siloé y de regreso este vuelve con vista.” Ve a lavarte a la piscina de Siloé” “fue, se lavó y volvió con vista” (7).

• ¿Cuáles son nuestras cegueras?: ciegos de envidia, ciegos de odio, ciegos de ambición, ciegos de placeres, ciegos de intolerancia, ciegos de prepotencia…

• Como Jesús abre los ojos del ciego hoy en día muchas personas, grupos, movimientos… tratan de abrir los ojos de tantos ciegos.

• Este hecho de la curación del ciego de nacimiento origina opiniones encontradas.

• Así sucede en la vida con frecuencia. Ante una misma realidad aparecen opiniones enfrentadas.

• En la Biblia la curación de los ciegos es uno de los signos que acompañarán la venida del Mesías. Ya lo dice Jesús a los discípulos de Juan Bautista: “Id a contarle a Juan lo que estáis viendo. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios…” (Mt 11,4).

• En el relato vemos varios personajes: Jesús, el ciego, los padres del ciego y los fariseos.

• El que recobra más protagonismo, el que más habla y en el que se centran todas las miradas es el ciego, que puede ser el símbolo del nacimiento nuevo por el Espíritu, de la vida nueva que viene del agua y del Espíritu, del Bautismo.

• Pero detrás está el verdadero protagonista: Jesús.

• Jesús es para el ciego la luz verdadera no sólo le abre los ojos de la carne sino que nace en él la fe en Jesús. Jesús, como él mismo dice, es la luz del mundo: “mientras estoy en este mundo yo soy la luz del mundo” (5).

• El ciego refleja todo un proceso, un camino de fe: empieza atribuyendo su curación a “ese hombre que se llama Jesús” (11). A continuación el ciego acosado por las preguntas de los fariseos da un paso más y afirma de Jesús “es un profeta” (17) Seguidamente dice de Jesús que “si este no viniera de Dios no tendría ningún poder” (33). Por tanto Jesús es Alguien que viene de Dios, es enviado de Dios. Concluye el proceso de fe postrándose a los pies de Jesús, confesando su fe en Jesús, ante su pegunta: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?» (35), a lo que el ciego afirma: “Creo Señor” (38).

• Jesús es la luz del mundo. Todo este hecho de la curación del ciego nos puede hacer recordar nuestro Bautismo, paso de las tinieblas a la luz, encuentro con la luz de Cristo representada en el Cirio Pascual y en el cirio que tiene la familia del que va a ser bautizado y que en la celebración es encendido del Cirio Pascual, de la luz de Cristo.

• Luz somos también nosotros seguidores de Jesús y esa luz no la podemos esconder, ha de resplandecer en nuestro entorno. Nuestras palabras, nuestras actitudes, nuestras opciones, iluminadas por la luz de Cristo, pueden ser luz de Cristo para nuestro mundo.

• El encuentro del ciego con Jesús cambia radicalmente la vida del ciego. Jesús, como en tantas otras ocasiones, transforma la vida de las personas. Jesús nos transforma.

• Los fariseos investigan el hecho, preguntan al ciego y a los padres del ciego: Los fariseos son presa de su ideología, no hacen suya la misericordia, la compasión y el perdón de Dios. Se quedan en las leyes: la del sábado. Y llegan a decir de Jesús como conclusión: “nosotros sabemos que ese hombre es un pecador” (24).

• ¡Qué peligroso es encerrarse en uno mismo, vivir en la autosuficiencia! ¿No hay también hoy en nuestro mundo muchas personas de todos los credos e ideologías que no tienen compasión, incapaces de la misericordia y del amor de Dios?

• El relato nos ofrece una paradoja: los ciegos ven y los que se creen que ven bien son en reali- dad los auténticos ciegos. ¿En qué grupo me encuentro?

• También aparecen los padres del ciego de nacimiento a quien los fariseos acosan pero los padres no quieren arriesgar su futuro, pueden ser expulsados de la sinagoga y muestran que su hijo es adulto y que puede dar razón de lo acontecido (18 -23).

• Esta reacción de los padres da pie a pensar que el relato está situado mucho después de la muerte de Jesús cuando tomó virulencia la tensión entre las primitivas comunidades cristianas y el grupo de los fariseos.

Comentario al evangelio – Jueves III de Cuaresma

El oído, el habla, la vista, el tacto… la concentración de los sentidos en la Palabra de Dios hoy es impresionante. La escucha de la Palabra es la condición para caminar según la voluntad de Dios, como pueblo suyo. Pero si nos cerramos a la Palabra y nos volvemos sordos a ella, nos volvemos también ciegos, incapaces de ver la presencia de Dios actuando entre nosotros. Jesús toca con el dedo de Dios, cura, devuelve la palabra y ahuyenta al demonio; pero los que se han vuelto incapaces de escuchar la voz de Dios, no sólo no ven tampoco su acción benéfica, sino que la interpretan torcidamente, volviéndola del revés, viendo ahí la acción del príncipe de los demonios. Cumplen así lo que denuncia con dramatismo el profeta Isaías: “¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal!; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad” (Is 5,20). Y, puesto que se han vuelto ciegos para la acción de Dios en la tierra, quieren todavía evadirse exigiendo ver señales del cielo.

El evangelio de hoy es una seria advertencia para todos nosotros, que podemos ser sordos a la Palabra y ciegos al bien que Dios hace por medio de nuestros hermanos, intepretándolos perversamente. Jesús nos hace ver la absurda contradicción que supone esa crítica, y nos advierte de la gravedad de rechazarlo: si el mismo Mesías e Hijo de Dios actúa con el poder de Belzebú, ¡qué fuerzas diabólicas no desatarán los hijos de quienes lo han rechazado! Pero Jesús aprovecha también la ocasión para exhortarnos a abrir los ojos, y a que nos dejemos tocar por el dedo de Dios que nos puede liberar, nos invita a ingresar en el Reino de Dios que él mismo ha hecho presente. Jesús es el hombre más fuerte que ha vencido al que parecía invencible, el que nos reparte el botín de la victoria sobre el mal, el que nos invita a estar de su parte. Esto significa, en primer lugar, escuchar su voz, en segundo, dejarse tocar por él para que nos cure, sólo así podremos hablar, dar testimonio de aquello que, una vez curados, somos capaces de ver: la presencia en nuestro mundo del Dios encarnado que, pese a todas las apariencias, ya ha vencido al maligno.

Ciudad Redonda

Meditación – Jueves III de Cuaresma

Hoy es jueves III de Cuaresma.

La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 11, 14-23):

En aquel tiempo, estaba Jesús echando un demonio que era mudo.
Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron:
«Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios».
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Él, conociendo sus pensamientos, les dijo:
«Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín.
El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».

Ante  la actuación de Jesús en beneficio de la personas, todos los evangelista nos describen la distintas reacciones de las personas, normalmente son de admiración, rechazo e incomprensión. En este pasaje San Lucas nos describe la de admiración y la de rechazo e incomprensión.

Las dos reacciones son normales. Ciertamente la más fácil es la de admiración. Pero el saber de dónde le viene esa fuerza para sanar es difícil de descubrir y por tanto la otra también es comprensible. Sabemos que el poder y el conocimiento de las cosas les hace no descubrir de dónde le viene la fuerza y la razón por lo que lo hace.

La respuesta de Jesús es contundente: no es Él, es la fuerza que Dios ha puesto en Él. Es la necesidad de demostrar su misión como enviado de Dios, y es hacer la voluntad y poner en práctica la voluntad de Dios: liberar a las personas. Ellos con sus normas y con sus preceptos marginaban a las personas. Jesús trata de devolverles la dignidad e integrarles en la sociedad. Es el “dedo de Dios” el que Jesús quiere introducir en la sociedad. Su cercanía y su presencia.

De ahí la frase final “aquél que no está conmigo, está contra mí”, es decir, se  equivoca, desparrama. ¿Estamos con Jesús? ¿Dejamos que Él actúe en nosotros? ¿Actuamos nosotros en nombre de Jesús y con su fuerza y confianza?

Fr. Mitxel Gutiérrez Sánchez O.P.

Liturgia – Jueves III de Cuaresma

JUEVES DE LA III SEMANA DE CUARESMA, feria

Misa de la feria (morado)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Prefacio Cuaresma.

Leccionario: Vol. II

            La Cuaresma: Vigilar para no cerrarse a la salvación.

  • Jer 7, 23-28. Esta es la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios.
  • Sal 94. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».
  • Lc 11, 14-23. El que no está conmigo está contra mí.

Antífona de entrada
Yo soy la salvación del pueblo, dice el Señor. Cuando me llamen desde el peligro, yo les escucharé y seré para siempre su Señor.

Monición de entrada y acto penitencial
Preparemos bien nuestro corazón y afinemos nuestros oídos para escuchar bien la Palabra de Dios hoy, porque a eso nos llama la liturgia de este día.

Atentos y participando activamente de esta celebración, comencemos con el canto de entrada. De pie, por favor.

  • Señor, ten misericordia de nosotros.
    — Porque hemos pecado contra Ti.
  • Muéstranos, Señor, tu misericordia.
    — Y danos tu salvación.

Oración colecta
INVOCAMOS humildemente, Señor, tu grandeza
para que, a medida que se acerca la fiesta de nuestra salvación,
vaya creciendo en intensidad nuestra entrega
para celebrar dignamente el Misterio pascual.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Reflexión
Los excepcionales milagros realizados por Jesús le atraen la admiración de los sencillos y la ira de los pretenciosos. Éstos –al no reconocerlo como el enviado del Padre– llegan incluso a atribuir tales prodigios a la sagaz intervención del diablo. De ahí que osen llegar a pedirle acciones todavía más portentosas e incluso más extraordinarias. Jesús entonces desenmascara su hipocresía y los invita a hacer una opción radical: el que no está con Él, comprometido en la lucha contra el mal, estará simple y llanamente bajo el dominio del Maligno.

Oración de los fieles
Con corazón agradecido por todas sus bendiciones, dirijamos a Dios nuestras oraciones.

1.- Por la Iglesia y por todas las comunidades parroquiales, para que vivan en una escucha profunda de la Palabra de Dios, y sientan como propia la misión de orar por la conversión de todos los hermanos que aún están atados por el mal. Roguemos al Señor.

2.- Por todos los consagrados, especialmente por aquellos que ejercen el ministerio del exorcismo, para que encuentren siempre en la comunión con el Señor Jesús la fuerza para combatir el mal y que, fuertes en la fe y sostenidos el Espíritu Santo, actúen con coraje y generosidad con las personas que se confían a ellos. Roguemos al Señor.

3.- Por aquellos que tienen algún cargo en el gobierno de las naciones,  para que se pongan al servicio del bien y no del mal; para que aprendan a ver las necesidades del pueblo que han sido llamados a gobernar, optando por promover y aprobar leyes que defiendan sobre todo a los más débiles. Roguemos al Señor.

4.- Por aquellos que están gravemente enfermos, por quienes están cerca de la muerte y son tentados por el desánimo, para que, contemplando al Crucificado, encuentren la fuerza para abrazar con esperanza la cruz, con la certeza de que el Señor los acompaña en su sufrimiento cotidiano y en el paso hacia el encuentro con Él. Roguemos al Señor.

5.- Por todos los aquí presentes, para que la Palabra que hemos escuchado la atesoremos en nuestros corazones y la pongamos en práctica en nuestra vida cotidiana. Roguemos al Señor.

Padre celestial, que nos llamas a seguirte sin titubeos, acoge nuestra oración y concédenos una mirada pura para reconocer los signos de tu presencia entre nosotros y líbranos del mal. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Oración sobre las ofrendas
SEÑOR preserva de toda maldad a tu pueblo,
para que sus ofrendas sean gratas a tus ojos,
y no permitas entregarse a los falsos placeres
a quien prometes alcanzar los premios de tu verdad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de Cuaresma

Antífona de comunión          Sal 118, 4-5

Tú promulgas tus mandatos para que se observen exactamente. Ojalá esté firme mi camino para cumplir tus decretos.

Oración después de la comunión
PRESTA benigno tu ayuda, Señor,
a quienes alimentas con tus sacramentos,
para que consigamos tu salvación
en la celebración de estos misterios
y en la vida cotidiana.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo
CONFIADOS en tu misericordia,
imploramos, Señor, tu clemencia,
pues, así como hemos recibido de ti lo que somos,
por tu gracia, procuremos desear el bien
y poner en práctica lo deseado.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

San Heriberto

Era muy frío aquel diciembre del año 999. Gruesas copos de nieve caían sobre la ciudad de Colonia. Era el día de nochebuena.

La procesión se puso en marcha. Comerciantes, jurisconsultos, maestros, estudiantes, religiosos, monaguillos, ricos ciudadanos, obreros, obispos con báculos y mitras.

Desembarcó el nuevo prelado: un hombrecillo descalzo. Raídas traía las ropas. Las manos ateridas bendijeron a los que serían sus futuros feligreses.

Así llegó Heriberto a la ciudad de Colonia. ¿Qué edad tenía en aquel entonces? Treinta años. Había nacido en Worms. Sus padres, nobles, se preocuparon por la formación humanística y filosófica del hijo. Pero el joven se inclinó por el estudio de la teología y fue sacerdote. Según la costumbre de aquel tiempo, ocupó cargos civiles. El joven emperador Otón III reconoció sus aptitudes y lo nombró archicanciller del Imperio.

Su sencillez, su bondad, su don de profundizar los hechos, de un modo simple, presentando la verdad Divina, ganaron el corazón de la gente de su diócesis. Heriberto ejercía la caridad, visitando a los pobres y socorriéndolos.

Los enfermos fueron muchas veces atendidos por el arzobispo, que llegaba a los humildes hogares, llevando remedios, alimentos y ropas. También su palabra paternal obraba como medicina en los enfermos del alma: «Dios lo ve», «Dios lo sabe»… «Dios te recompensará».

Los ricos se acordaron de los pobres, pues ésta fue la prédica del arzobispo: «Siempre hay algo de más en vuestras bodegas y en vuestros palacios y castillos». Así, muebles y vestidos fueron repartidos entre los necesitados.

Heriberto (cuyo nombre significa «distinguido por su ejército») creó los comedores de los pobres. Colonia se pobló de hospitales, asilos de ancianos y orfelinatos. Rezaba: «Muchos templos para orar y muchas casas para estar».

Su fama como obispo de la caridad se difundió por toda Europa. Él pregonaba: «La Iglesia de Cristo es universal, Cristo es amor. No socorrer al necesitado es no corresponder al amor de Cristo; es, entonces, desamor».

Los años envejecieron al poderoso pastor de almas. «¡Qué no pasen necesidad los pobres! -pedía-. Nada me resta que hacer en este mundo. Dios se apiade de mí».

Heriberto murió el 16 de marzo del año 1041. Es un espejo del buen ministro de Dios. Practicó siempre la caridad. Fue humilde, y como humilde llegó al reino de los cielos.