San Martín de Dumio

Cuando las invasiones de los pueblos bárbaros destruyeron el Imperio Romano, en el siglo V entraron en España -entre otros- los suevos, quienes mezclándose con la población íbero-romana dieron origen a la estirpe gallega. Los suevos eran arrianos y entre ellos se desplegó su actividad Martín de Dumio, de cuya labor apostólica nos dan referencias san Gregorio de Tours y Venancio Fortunato -que fueron sus coetáneos- y posteriormente san isidro de Sevilla.

De su niñez y juventud nada se sabe. Se hizo peregrino y recorrió Palestina, donde se ejercitó en la vida monacal con los padres del desierto. Visitó después los santuarios romanos y se internó en las Galias, donde conoció a san Gregorio de Tours y a Venancio Fortunato. Se hallaba en Tours cuando llegó al lugar una embajada enviada por el rey de los suevos, con el fin de obtener algunas reliquias que curaran al príncipe heredero, con la promesa de abjurar la herejía arriana si el milagro se cumplía. Obtenidas éstas, volvieron por mar a Galicia y con ellos, al parecer, viajó también Martín.

Simultáneamente al recibimiento se operó el milagro. El rey y los dignatarios de la corte se convirtieron y con ellos el pueblo; nuestro santo pudo bautizarlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Los reyes suevos tenían su corte en la ciudad de Braga y Martín se estableció en un lugar cercano. Pronto lo rodearon numerosos fieles, deseosos de iniciarse en la vida monacal; para ello levantó una iglesia consagrada a san Martín de Tours y varios monasterios, el más importante el de Dumio, que le sirvió de base para sus tareas misionales.

En el año 561, siendo ya obispo de Dumio, convocó un concilio en Braga. Más tarde fue nombrado arzobispo de la capital.

Con su predicación y el ejemplo de su vida realizó una intensa labor apostólica. Reunió concilios y dejó una importante obra escrita, en la que se cuentan una colección de cánones o Sentencia de los padres egipcios, donde se resume sus experiencias con los monjes de Oriente, y otra de concilios españoles y africanos; para el rey, a su pedido, redactó un tratado de moral llamado Formula de la vida honesta y para la gente del pueblo una obra titulada De la corrección de los rústicos, donde hace una breve exposición de la doctrina cristiana y una relación de las supersticiones de la gente del campo y de las prácticas idolátricas de su tiempo.

San Martín de Dumio, llamado el apóstol de los suevos, murió el 20 de marzo del año 580. Su epitafio, que él mismo compuso, dice así: «Nacido en Panonia, atravesando los anchos mares y movido por un impulso divino, llegué a esta tierra gallega, que me acogió en su seno. Fui consagrado obispo de esta tu Iglesia, oh glorioso confesor de Tours; restauré la religión y las cosas sagradas, y habiéndome esforzado en seguir tus huellas, yo, siervo tuyo, que tengo tu nombre pero no tus méritos, descanso aquí en la paz de Cristo».

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