Cristo, luz, vida y salvación
Invocación al Espíritu Santo:
Recibe, ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones: mi director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el Amor de mi corazón.
Lectura. Juan capítulo 8, versículos 21 al 30:
Jesús dijo a los judíos: “Yo me voy y ustedes me buscarán, pero morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden venir”. Dijeron entonces los judíos: “¿Estará pensando en suicidarse y por eso nos dice: ‘¿A donde yo voy, ustedes no pueden venir’?”. Pero Jesús añadió: “Ustedes son de aquí abajo y yo soy de allá arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Se lo acabo de decir: morirán en sus pecados, porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados”.
Los judíos le preguntaron: “Entonces ¿quién eres tú?”. Jesús les respondió: “Precisamente eso que les estoy diciendo. Mucho es lo que tengo que decir de ustedes y mucho que condenar. El que me ha enviado es veraz y lo que yo le he oído decir a él es lo que digo al mundo”. Ellos no comprendieron que hablaba del Padre.
Jesús prosiguió: “Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que el Padre me enseñó, eso digo. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada”. Después de decir estas palabras, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
(Se lee el texto dos o más veces, hasta que se comprenda).
Indicaciones para la lectura:
A Jesús no se le puede juzgar aplicando criterios humanos, porque él es de arriba. El único juicio adecuado es el que puede hacerse desde el acontecimiento pascual. Esta escena está basada bajo el doble signo del “yo me voy” y “yo soy”. El primero se refiere a la pasión y glorificación, y está orientado hacia lo segundo: la presentación de la identidad divina de Jesús; el momento urge, ante Jesús se debe tomar partido: quien lo acepta tiene vida, y quien lo rechaza se auto excluye de ella, ya está juzgado.
Meditación:
Cristo nos desvela el secreto de su éxito. Es sencillo, basta cumplir la voluntad de Dios. Eso es todo. Nos lo dice clarísimo: “Yo hago siempre lo que a Él le agrada”. Esto podría ser el resumen de la vida de Jesús.
No hay que ser ingenuos y creer que ya todo está resuelto. El camino de la voluntad de Dios, en algunos momentos, es duro. No todo es coser y cantar. Pero en nuestro peregrinar por la voluntad de Dios no vamos solos. Podrá haber situaciones oscuras, ásperas, pero Dios no nos faltará. El secreto es no desviarse del camino, ni a derecha ni a izquierda. Aparecerán atajos tentadores, guías espontáneos que intentarán llevarnos por otros senderos. Pero el camino ya está decidido.
En este camino, la cruz es el punto de referencia. Es un faro en nuestro peregrinar. El que quiera venir en pos de mí, tome su cruz cada día y sígame. Ciertamente debemos estar atentos a seguir el camino verdadero. Por eso Jesús nos dejó a su Iglesia, para guiarnos por el sendero de la voluntad de Dios. Ellos son los verdaderos guías que nos podrán señalar el sendero de salvación. Basta ser sinceros en la entrega y una vez claro el camino, seguir sin desviarse.
Oración:
Mediante tu luz esplendorosa, tu palabra verdadera, y tu salvación, Señor condúceme por la senda correcta, inspira en mi alma la gracia de seguirte, de comprender que tú eres esa luz de mis ojos, esa palabra de mi corazón y razón y esa salvación de mi espíritu. Guía mis pasos por el camino correcto y haz de mí una entrega total a tu servicio.
Contemplación:
Los cristianos que están incorporados a Cristo por el bautismo, que forman el Pueblo de Dios y participan de las funciones de Cristo: sacerdote y rey. Ellos realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo. Son hombres de la Iglesia en el corazón del mundo, y hombres del mundo en el corazón de la Iglesia (Documento de Aparecida numeral 209).
Los bautizados son los hijos de la luz (Documento de Aparecida numeral 1243).
Oración final:
Qué difícil puede ser el comprender la verdad tras la Palabra de Dios. Sobre todo, cuando siento que me apela en algún aspecto que no me gusta, porque instintivamente busco la interpretación que mejor se acomode a la ley del mínimo es- fuerzo. Por lo anterior, quiero guardar el silencio necesario que me lleve a una auténtica contemplación de Cristo, camino, verdad y vida, que me abrirá los ojos de mi corazón.
Propósito:
«Ir» a contemplar a Cristo crucificado y tener un diálogo íntimo con Él, en la oración.