Lectio Divina – Martes V de Cuaresma

Cristo, luz, vida y salvación

Invocación al Espíritu Santo:

Recibe, ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones: mi director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el Amor de mi corazón.

Lectura. Juan capítulo 8, versículos 21 al 30:

Jesús dijo a los judíos: “Yo me voy y ustedes me buscarán, pero morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden venir”. Dijeron entonces los judíos: “¿Estará pensando en suicidarse y por eso nos dice: ‘¿A donde yo voy, ustedes no pueden venir’?”. Pero Jesús añadió: “Ustedes son de aquí abajo y yo soy de allá arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Se lo acabo de decir: morirán en sus pecados, porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados”.

Los judíos le preguntaron: “Entonces ¿quién eres tú?”. Jesús les respondió: “Precisamente eso que les estoy diciendo. Mucho es lo que tengo que decir de ustedes y mucho que condenar. El que me ha enviado es veraz y lo que yo le he oído decir a él es lo que digo al mundo”. Ellos no comprendieron que hablaba del Padre.

Jesús prosiguió: “Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que el Padre me enseñó, eso digo. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada”. Después de decir estas palabras, muchos creyeron en él.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

(Se lee el texto dos o más veces, hasta que se comprenda).

Indicaciones para la lectura:

A Jesús no se le puede juzgar aplicando criterios humanos, porque él es de arriba. El único juicio adecuado es el que puede hacerse desde el acontecimiento pascual. Esta escena está basada bajo el doble signo del “yo me voy” y “yo soy”. El primero se refiere a la pasión y glorificación, y está orientado hacia lo segundo: la presentación de la identidad divina de Jesús; el momento urge, ante Jesús se debe tomar partido: quien lo acepta tiene vida, y quien lo rechaza se auto excluye de ella, ya está juzgado.

Meditación:

Cristo nos desvela el secreto de su éxito. Es sencillo, basta cumplir la voluntad de Dios. Eso es todo. Nos lo dice clarísimo: “Yo hago siempre lo que a Él le agrada”. Esto podría ser el resumen de la vida de Jesús.

No hay que ser ingenuos y creer que ya todo está resuelto. El camino de la voluntad de Dios, en algunos momentos, es duro. No todo es coser y cantar. Pero en nuestro peregrinar por la voluntad de Dios no vamos solos. Podrá haber situaciones oscuras, ásperas, pero Dios no nos faltará. El secreto es no desviarse del camino, ni a derecha ni a izquierda. Aparecerán atajos tentadores, guías espontáneos que intentarán llevarnos por otros senderos. Pero el camino ya está decidido.

En este camino, la cruz es el punto de referencia. Es un faro en nuestro peregrinar. El que quiera venir en pos de mí, tome su cruz cada día y sígame. Ciertamente debemos estar atentos a seguir el camino verdadero. Por eso Jesús nos dejó a su Iglesia, para guiarnos por el sendero de la voluntad de Dios. Ellos son los verdaderos guías que nos podrán señalar el sendero de salvación. Basta ser sinceros en la entrega y una vez claro el camino, seguir sin desviarse.

Oración:

Mediante tu luz esplendorosa, tu palabra verdadera, y tu salvación, Señor condúceme por la senda correcta, inspira en mi alma la gracia de seguirte, de comprender que tú eres esa luz de mis ojos, esa palabra de mi corazón y razón y esa salvación de mi espíritu. Guía mis pasos por el camino correcto y haz de mí una entrega total a tu servicio.

Contemplación:

Los cristianos que están incorporados a Cristo por el bautismo, que forman el Pueblo de Dios y participan de las funciones de Cristo: sacerdote y rey. Ellos realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo. Son hombres de la Iglesia en el corazón del mundo, y hombres del mundo en el corazón de la Iglesia (Documento de Aparecida numeral 209).

Los bautizados son los hijos de la luz (Documento de Aparecida numeral 1243).

Oración final:

Qué difícil puede ser el comprender la verdad tras la Palabra de Dios. Sobre todo, cuando siento que me apela en algún aspecto que no me gusta, porque instintivamente busco la interpretación que mejor se acomode a la ley del mínimo es- fuerzo. Por lo anterior, quiero guardar el silencio necesario que me lleve a una auténtica contemplación de Cristo, camino, verdad y vida, que me abrirá los ojos de mi corazón.

Propósito:

«Ir» a contemplar a Cristo crucificado y tener un diálogo íntimo con Él, en la oración.

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Homilía – Martes V de Cuaresma

En este discurso Jesús se hace el testigo de su propia divinidad. El Señor dice: «Cuando levanten en alto al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo soy» Da a entender que en él hay un secreto, algo misterioso en cuanto a su origen. En este capítulo del evangelio se lee siete veces la expresión Yo soy; con esto Juan nos da a entender que allí está la clave de lo que el Señor quiere transmitirnos

Yo Soy: Así se designó Dios a sí mismo hablando a Moisés. Yo soy es el nombre que es apropiado sólo para Dios; y sabemos que los judíos llamaban a Dios, Yavé, o sea, El que es, El que hace existir. Pero Jesús declara: «Yo soy», y reivindica para sí el Nombre que no se debía comunicar a criatura alguna. De este modo se destruyen los argumentos de aquellos «cristianos», Arrianos en siglos pasados, o Testigos de Jehová en el tiempo presente, que quieren rebajar a la persona de Cristo. Sabiendo que Dios es uno solo, no quieren pensar que en él haya vida compartida en tres personas. Y aunque siguen llamando a Cristo «Hijo de Dios», niegan que sea Dios nacido de Dios. Jesús, sin embargo, Es como el Padre y no se confunde con él, pues dice: El Padre me envió, y también: El testimonio de dos personas es digno de fe.

Jesús insiste: Yo les digo que si ustedes no creen que Yo soy, morirán en sus pecados. El pecado no está solamente en hacer algo malo; también es pecado cuando nos encerramos en nuestros problemas cotidianos dejando que nos agobien, sin creer en que Jesús es el Señor, y sin abrirnos a los horizontes de Dios.

Aquí se dividen los hombres entre los de arriba, que sienten las cosas de Dios, y los de abajo, que viven sumergidos en un mundo sin horizontes por su falta de fe. El pecado es negarse a nacer de arriba, como Jesús decía a Nicodemo. Esos judíos no creían en Jesús, porque su modo de vivir y su mensaje revelaban un más allá de este mundo que no los atraía.

Los judíos preguntaron a Jesús: «Pero ¿quién eres tú?». Y esa misma pregunta se la plantean muchos hombres en nuestros días.

En este tiempo de Cuaresma, pidamos a María que nos ayude a dar testimonio con nuestra palabra y nuestra vida, de que Él es el Hijo de Dios hecho hombre; el Mesías esperado, el Maestro de nuestras vidas. Él es el Pastor, el Camino, la Verdad y la Vida

Comentario – Martes V de Cuaresma

­Juan 8, 21-30

Pero, si no sabemos qué significaba la serpiente del desierto, lo que sí sabemos es que el NT la interpreta como figura de Cristo en la Cruz: y él sí que nos cura y nos salva, cuando volvemos la mirada hacia él, sobre todo cuando es elevado a la cruz en su Pascua. Jesús, el Salvador.

En este capítulo octavo, que empezamos a leer ayer, estamos ante el tema central del evangelio de Juan: ¿quién es Jesús? El mismo responde: «yo soy de allá arriba… yo no soy de este mundo… cuando levantéis al Hijo del Hombre (en la cruz) sabréis que yo soy».

Los que crean en él -los que le miren y vean en él al enviado de Dios y le sigan- se salvarán. Y al revés: «si no creéis que yo soy, moriréis en vuestro pecado».

Quienes le oyen no parecen dispuestos a creer: se le oponen frontalmente y el conflicto es cada vez mayor.

El mismo Jesús, en su diálogo con Nicodemo, nos explica el simbolismo de esta figura: «Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna» (Jn 3,14). Y en otra ocasión: «cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí. Decía esto para significar de qué muerte iba a morir» (Jn 12, 32-33). Este «ser levantado» Jesús se refiere a toda su Pascua: no sólo a la cruz, sino también a su glorificación y su entrada en la nueva existencia junto al Padre.

Es lo que los cristianos nos disponemos a celebrar en los próximos días. Miraremos a Cristo en la cruz con creciente intensidad y emoción en estos últimos días de la Cuaresma y en el Triduo Pascual. Le miraremos no con curiosidad, sino con fe, sabiendo interpretar el «yo soy» que nos ha repetido tantas veces en su evangelio. A nosotros no nos escandaliza, como a sus contemporáneos, que él afirme su divinidad. Precisamente por eso le seguimos.

Una consigna prioritaria del Jubileo del año 2000, ya desde los años de su preparación, es la de fijar nuestros ojos en ese Jesús que Dios ha enviado a nuestra historia hace dos mil años, y que es el que da sentido a nuestra existencia y nos salva de nuestros males.

No entendemos cómo podían ser curados de sus males los israelitas que miraban a la serpiente. Pero sí creemos firmemente que, si miramos con fe al Cristo de la cruz, al Cristo pascual, en él tenemos la curación de todos nuestros males y la fuerza para todas las luchas. Sobre todo nosotros, a quienes él mismo se nos da como alimento en la Eucaristía, el sacramento en el que participamos de su victoria contra el mal.

«Hemos pecado hablando contra el Señor» (1ª lectura)

«Señor, escucha mi oración: no me escondas tu rostro» (salmo)

«Yo hago siempre lo que agrada al que me envió» (evangelio)

«Perdona nuestras faltas y guía tú mismo nuestro corazón vacilante» (ofrendas)

J. ALDAZABAL
Enséñame tus caminos 2

Música – Domingo de Ramos

Bendición de ramos: «Hosanna Al Hijo de David” CLN. 161; Gloria, alabanza y honor (CLN 158)
La Segunda parte de un Santo.
Procesión
-«Pueblo de reyes» CLN. 402;    Lauda lerusalem (Cantos varios);
-«Qué alegría cuando me dijeron»  CLN. 525; Alabad al Señor. CLN-602Alabaré, Alabaré CLN 612; Hosanna Al Hijo de David” CLN. 161,
Salmo responsorial y Versículo antes del Evangelio. Dios mío, Dios mío…
Lectura de la Pasión: Convendría intercalar algunas aclamaciones:
Antes de la salida de Getsemaní, (Y lo mismo decían los demás discípulos) se canta el estribillo de A ti levanto mis ojos CLN 526; Pueden sentarse. Despues de las negaciones de Pedro al decir: “lloró amargamente: se canta;  Perdona a tu pueblo CLN 104 ; Antes de empezar el camino del Calvario, al decir: “Y lo llevaron a crucificar” se canta la 1ª estrofa de Ved la cruz de salvación CLN 103 ; y se invita a ponerse de pie.  Al terminar, se canta Victoria, tu reinarás CLN 106;
Ofertorio: Señor del Universo. H7
Santo: I. 15
Comunión: Desde lo hondo (CLN 525) , Sí, me levantaré (CLN 107) Cerca de Ti, .Señor CLN 702; Gustad y ved. CLN 035
Final: Cristus Vincit. (Cantos varios)

Oración de los fieles – Domingo de Ramos

En este día que iniciamos la Semana Santa te pedimos, Dios Nuestro, por todas nuestras necesidades y te rogamos que:

PERMÍTENOS, SEÑOR, QUE ACOMPAÑEMOS A TU HIJO

1.- Por toda la Iglesia, que reunida en oración, se dispone a celebrar con fe y esperanza los misterios de la Redención. OREMOS

2.- Por aquellos que no tienen fe o no conocen a Jesucristo, para que nuestra dedicación solicita a la memoria de Cristo abra su entendimiento. OREMOS

3.- Por los que persiguen a la Iglesia de Dios, para que sean capaces de descubrir su error y vuelvan sus hijos al que viene en el nombre del Señor. OREMOS

4.- Por el pueblo judío, y por el pueblo palestino, para que aprendan a vivir en paz y se perdonen mutuamente sus agravios. OREMOS

5.- Por los enfermos, los pobres, los perseguidos, las víctimas de cualquier tipo de violencia para que sepan descubrir la paz y la alegría que les brindan sus hermanos. OREMOS

6.- Por todos nosotros, presentes en la Eucaristía, que iniciamos con fe, esperanza y caridad las fiestas centrales de nuestra fe. OREMOS

Acepta Señor estas peticiones que te ofrecemos con la esperanza de ser felices en tu Reino

Por Jesucristo Nuestro Señor

Amen


La puerta de Jerusalén se ha abierto, el Vía Crucis está delante, es la hora de la gran prueba. Oremos con Jesús diciendo:

PADRE, SOCORRENOS EN LA PRUEBA.

1. – Por el Papa, obispos, sacerdotes y la Iglesia en general, para que el Padre les inspire fuerza y coraje ante las adversidades de este mundo. OREMOS

2. – Por los que dirigen las naciones para que encuentren caminos de paz y diálogo y desoigan las indicaciones del Maligno. OREMOS

3. – Por los que se encuentran ante situaciones de dolor y muerte, para que en la meditación de la Pasión del Señor encuentren sentido a su sufrimiento. OREMOS

4. – Por las familias cristianas para que vean sus problemas a la luz de la cruz del Señor y Él los acompañe hacia una feliz convivencia. OREMOS

5. – Por la tierra que acogió estos misterios y que hoy está sometida al odio y la guerra, para la Paz se instaure definitivamente en ella. OREMOS

6. – Por aquellos que vivieron con nosotros la Semana Santa otros años y han sido llamados por el Padre, para que disfruten de su eterna presencia. OREMOS

7. – Por los que hemos seguido los pasos de Jesús en esta cuaresma, para que ante la encrucijada seamos capaces de morir con Él para resucitar con Él. OREMOS

Señor, tu pueblo se dispone a celebrar los misterios de tu Pasión y Resurrección haz que de esta vivencia saquen esperanza y confirmación en el seguimiento de tu Hijo.

Por Jesucristo Nuestro Señor

Amen.

Comentario al evangelio – Martes V de Cuaresma

La pregunta que brota de boca de los enemigos del Maestro debería motivarnos personalmente a preguntarnos, con mayor profundidad y fe, quién es Jesús, qué cambios ha realizado en nuestra vida y en qué deberíamos seguir trabajando para conseguir la conversión. Nosotros seguimos al Siervo de Yahvé, exaltado en la cruz para nuestra salvación. Para los ojos del mundo llevamos una vida fracasada y absurda, pero para los que experimentamos el gran amor de su entrega, nuestro hoy está impregnado de esperanza.

Los enemigos de Jesús no comprenden sus palabras, creen que Él piensa en suicidarse; no saben que el desenlace de su vida, su exaltación, es correspondencia con la misma esencia del Padre que es amor oblativo y generoso. Los que no viven en la órbita del amor, los que no se han dejado iluminar por la buena noticia, aquellos que se sumergen en el egoísmo se cierran a la vida plena.

La Cuaresma debe ir dejando marcada en nosotros una huella significativa. Las prácticas de estas semanas están orientadas, para ello, a liberarnos del pecado y hacer madurar nuestra fe en el servicio al prójimo. En efecto, la contemplación del Crucificado – Resucitado permite generar en nosotros una vida nueva, despojada del egoísmo.

El compromiso cristiano suele ser una cruz como la del Maestro, sobre todo cuando se enfrenta con los poderes de la muerte, en el ámbito de la familia, de los derechos humanos, los derechos de la Tierra. No cabe duda de que seguimos reproduciendo el drama de Jerusalén: mientras Dios sigue ofreciendo oportunidades para la conversión y anuncia su misericordia, hay personas que se cierran a su mensaje y cultivan la discordia y la injusticia. Ante este panorama no cabe más que ser fieles a la voluntad del Padre, que desea la vida en abundancia para sus hijos; y buscar en todo hacer lo que a Él le agrada: “La religión verdadera y perfecta ante Dios, nuestro Padre, consiste en esto: ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus necesidades y no contaminarse con la corrupción de este mundo” (St 1,27).

Ciudad Redonda

Meditación – Martes V de Cuaresma

Hoy es martes V de Cuaresma.

La lectura de hoy es del evangelio Juan (Jn 8, 21-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros».
Y los judíos comentaban:
«¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?».
Y él les dijo:
«Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados».
Ellos le decían:
«¿Quién eres tú?».
Jesús les contestó:
«Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él».
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.
Y entonces dijo Jesús:
«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada».
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

Según el libro de los Números, una plaga de serpientes atacó a los israelitas en el desierto. Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó sobre un mástil que levantó en medio del campamento. Al mirarla quedaban curados todos los mordidos por las serpientes venenosas. En el  dialogo con Nicodemo, Jesús se comparó con aquella serpiente de bronce. Si aquella serpiente de bronce fue levantada en el desierto para curar, Jesús «el siervo” después de su martirio será enaltecido, levantado y ensalzado sobremanera. Después de su muerte el nuevo pueblo de Dios  comprenderá que era el Enviado de Dios.

Estamos muy cercanos a su Pasión. Y una y otra vez el evangelista nos presenta la voluntad de Dios. Lo que quiere Jesús es que el mundo se salve. No ha venido a condenar sino a salvar. Estos diálogos tan cíclicos no son más que persuasivos del que viene a salvar. Cuando levantéis al Hijo del hombre sabréis que “yo soy”.  Quiere que la humanidad  se habitúe a la voluntad de Dios “hago lo que le agrada”. El pecado esclaviza, solo el amor libera.

Este evangelio ha sido escrito para que “creyendo tengáis vida en su nombre”.

Nuevamente el texto nos dirá que otros muchos sí acogen.  Estamos en unos días privilegiados para penetrar  en el misterio de Jesús, quién es en el fondo Jesús. La crucifixión no ha sido una maldición, cómo la concebían los judíos, sino que se ha convertido en la mayor muestra de su gloria. Aunque la experiencia de la cruz  supuso para él cierta oscuridad y abandono, por él nos vino la Redención. Era  inocente y no merecía aquella muerte.  Ha sido exaltado.

A él le ha revelado el Padre celestial como nuestro Señor y Salvador. Podemos volver los ojos a Cristo crucificado y  reconocer su amor por nosotros. El Papa Benedicto XVI escribió que la cruz de Cristo es la verdadera zarza que arde sin consumirse. En Jesús crucificado se nos muestra el amor de Dios que también a nosotros desea liberarnos de toda esclavitud. Levantemos nuestros ojos, cómo hace Sto. Domingo, en el fresco de Fra. Angélico, mirando al crucificado y así  cómo los israelitas se curaban al mirar la  serpiente,  sanen en él  nuestras heridas.

El evangelista se asombra  reconociendo  en la cruz el resplandor del amor, la luz de la entrega de donde brota la resurrección. No nos opongamos a este misterio de  comunión y vida. La sabiduría que  nos da Dios no es la sabiduría de este mundo. Es la sabiduría que va poco a poco transformando nuestra vida y nos hace cantar: en el está   nuestra salvación, nuestra gloria para siempre.

Monjas Dominicas Contemplativas

Liturgia – Martes V de Cuaresma

MARTES DE LA V SEMANA DE CUARESMA, feria

Misa de la feria (morado)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Prefacio Cuaresma.

Leccionario: Vol. II

            La Cuaresma: Mirar al Crucificado es vivir.

  • Num 21, 4-9. Los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirar a la serpiente de bronce.
  • Sal 101. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti.
  • Jn 8, 21-30. Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que «Yo soy».

Antífona de entrada          Sal 26, 14
Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

Monición de entrada y acto penitencial
Sean bienvenidos a la celebración eucarística de hoy, martes de la quinta semana de Cuaresma.

Miremos a Cristo crucificado y dejémonos perdonar por Él en la celebración de estos misterios, que comenzamos

  • Señor, ten misericordia de nosotros.
    — Porque hemos pecado contra Ti.
  • Muéstranos, Señor, tu misericordia.
    — Y danos tu salvación.

Oración colecta
CONCÉDENOS, Señor,
perseverar en el fiel cumplimiento
de tu voluntad,
para que, en nuestros días,
crezca en santidad y en número
el pueblo dedicado a tu servicio.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Reflexión
Los judíos esperaban un Mesías meramente terrenal, alguien que los condujera a simples grandezas humanas. Por esto no podían entender a un Jesús pobre y amigo de los pobres, que intentaba elevar a los hombres a las grandezas divinas. La serpiente de bronce que, en su momento, Moisés enarbolara en medio del campamento y que podía salvar a quienes habían sido mordidos por las serpientes venenosas, es figura de Jesús crucificado: «Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy» (Jn 8, 28).

Oración de los fieles
A Dios Padre que nunca nos deja solos, como nunca dejó solo a Jesús en el cumplimiento de su voluntad, confiemos nuestra oración.

1.- Por la Iglesia nuestra madre: para que engendre sus hijos al cielo, instruyéndonos en la fe, en la esperanza y en la caridad. Roguemos al Señor.

2.- Por el Papa, obispos, sacerdotes y todos aquellos a quienes ha sido confiado el anuncio del Reino de Dios: para que ante las dificultades y el rechazo no se desanimen, sino que, bendiciendo siempre, digan al mundo la belleza del Dios que está cerca de cada hombre. Roguemos al Señor.

3.- Por la paz en el mundo,  para que se extinga en el corazón de cada uno de nosotros toda forma de violencia, de arrogancia y de rencor. Que, reconociéndonos necesitados del perdón, aprendamos a darlo nosotros mismos. Roguemos al Señor.

4.- Por aquellos que sufren en la enfermedad, por aquellos que padecen la última agonía antes de la muerte: para que se preparen con fe y esperanza para encontrar al Señor Jesús, y para renacer con Él para la vida eterna. Roguemos al Señor. 

5.- Por todos nosotros, para que la Palabra que hemos escuchado sane nuestros corazones, nos libre del poder del pecado y nos haga valorar el sacrificio de Cristo en la cruz, cumpliendo con los preceptos divinos. Roguemos al Señor.

Padre bueno, acoge nuestras oraciones, perdona nuestros errores y llévanos a la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oración sobre las ofrendas
TE ofrecemos, Señor,
el sacrificio de reconciliación,
para que, compasivo, perdones nuestros delitos
y guíes tú mismo nuestros corazones vacilantes.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de la Pasión del Señor.

Antífona de comunión          Cf. Jn 12, 32
Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí, dice el Señor.

Oración después de la comunión
CONCÉDENOS, Dios todopoderoso,
que, participando asiduamente en tus sacramentos,
merezcamos alcanzar los dones del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo
OH, Dios, que prefieres compadecerte
de quienes confían en ti antes que enojarte,
concede a tus fieles
llorar justamente los pecados cometidos
y merecer así la gracia de tu consuelo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

San Sixto III

Sixto, cuyo nombre significa «sexto», nació en Roma a fines del siglo IV. Ordenado sacerdote, se distinguió pronto como impugnador de las herejías de su tiempo.

Al morir el papa san Celestino, Sixto fue elegido para sucederlo en el trono de san Pedro, en el año 432. La caridad fue el rasgo distintivo de este hombre, apenas se vio revestido de la suprema dignidad.

Por otra parte, dirigió todos sus esfuerzos a eliminar el error y hacer que brillara la fe como en los primeros tiempos del cristianismo. En su lucha contra los herejes pelagianos, quienes negaban la eficacia de la gracia y el pecado original, escribió dos célebres epístolas, dedicadas una a san Agustín y otra a Aurelio, obispo de Cartago, y de las cuales se valió más tarde el pontífice Sósimo en su condenación de Pelagio.

Por los elogios que san Agustín hizo de estas cartas, nos enteramos que san Sixto fue el primero en combatir los errores del heresiarca. También combatió a Nestorio, quien sostenía la dualidad de personas de Jesucristo, separando su naturaleza divina de la humana. En ese tiempo, aquél se hallaba desterrado en un monasterio de Antioquía y san Sixto, queriendo atraerlo a fin de hacerle abandonar sus errores, le escribió algunas cartas persuasivas. Pero el heresiarca permaneció obstinado en sus errores y murió impenitente.

La dulzura de estas cartas dio pretextos a los enemigos de san Sixto para propagar la noticia de que el pontífice no era contrario a las doctrinas nestorianas. Y aunque tan absurda especie no prosperó, trataron de desacreditarlo levantándose calumnias y atacando la pureza de sus costumbres.

A fin de restituirlo en su honor, el emperador Valentiano dispuso la convocatoria a un concilio, al que concurrieron cincuenta y seis obispos, quienes proclamaron la inocencia del pontífice y excomulgaron a los calumniadores.

Fue san Sixto incansable en la propagación de la recta doctrina, fomentando la devoción de los fieles y consagrando prelados tan ilustres como san Pedro Crisólogo, obispo de Ravena.

Amante del esplendor de la Iglesia y de la magnificencia del culto, enriqueció los templos de Roma, reparó y adornó la basílica de Santa María Mayor, el templo de San Lorenzo – con magníficas columnas de plata- y los demás templos de Roma, especialmente la iglesia de San Pedro.

San Sixto murió hacia el año 440. Sus restos fueron sepultados en las catacumbas de San Lorenzo.