Las parábolas

«Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas»

Imaginemos a Jesús sentado en una roca de la loma de un monte contando historias sencillas a la gente para hablarles de Dios y del Reino: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios» …  Enfrente, acomodados como pueden en la irregularidad del terreno, vemos gran número de personas que le siguen a todas partes y hasta se olvidan de comer por escucharle; que están entusiasmadas, pues les habla de Dios con cosas sencillas y en un lenguaje tan asequible que todos le entienden. Además, Jesús les abre una puerta a la esperanza que los letrados y fariseos mantenían cerrada, porque el Dios que predica no los rechaza por sus pecados, sino que los acoge: es como una Madre, no como un Juez…

Algunos especialistas dicen que las parábolas, tal y como las recoge el evangelio, son invento de Jesús; que las parábolas del Antiguo Testamento son más bien alegorías cuyo estilo no se puede equiparar al suyo. En cualquier caso, no cabe duda de que les hablaba en parábolas y que si las ignoramos (o las infravaloramos) nos quedamos sin mensaje. Son tan importantes para entender al Dios de Jesús y el Reino, que me van a permitir enunciarlas juntas para hacernos una idea de conjunto de la propuesta de vida que encierran.

“El sembrador”: Dios siembra a voleo la semilla de la Palabra para que llegue a todos, y cuando cae en buena tierra, da el ciento por uno… “La cizaña”: No habla de buenos y malos, sino de que el bien y el mal conviven en el interior de cada uno de nosotros… “La red”: bastante parecida a la anterior, añadiendo, quizá, que el ser humano no está capacitado para juzgar la bondad o maldad de los actos ajenos… “El grano que crece solo”: La semilla no es nuestra; nosotros no la hacemos germinar; lo nuestro es preparar el campo para que la semilla pueda germinar en nosotros… “El grano de mostaza”: Es un acto de fe en la fuerza imparable del Reino que acabará fertilizándolo todo allí donde caiga… “La levadura”: el Reino no crece por la fuerza del poder o el poder del dinero, sino desde dentro, en silencio…

“El tesoro”: Quien lo encuentra lo vende todo, pero lo hace lleno de alegría porque lo demás ha dejado de tener importancia para él; ya sólo le interesa el tesoro que ha encontrado… “Los talentos”: Los hemos recibido para que den fruto, no para quedárnoslos… “El fariseo y el publicano”: Complementaria de la anterior; no basta con dar gracias por los talentos recibidos, hay que ponerlos a trabajar por el Reino… “El administrador infiel”: ¡Hay si fueseis tan listos para las cosas de Dios como para las cosas de este mundo!… “Epulón y Lázaro”: Si estáis poseídos por el dinero, no se os ablandará el corazón aunque resucite un muerto…

Pero entre ellas podemos destacar cinco “cumbres” que nos ayudan especialmente a conocer a Dios y conocernos a nosotros mismos. “La oveja perdida”: Todos somos importantes a los ojos de Dios, pero más importantes cuanto más necesitados; como ocurre con las madres… “El hijo pródigo”: El hijo pequeño creía que iba a estar mejor lejos de la casa de su padre. El padre sale todas las tardes a esperarle, y cuando le ve aparecer lleno de miseria, no sólo le acoge por caridad, sino que le restituye inmediatamente a su condición de hijo… “Los obreros de la hora undécima”: Vivimos en el mundo de la justicia, pero Jesús nos invita a dar el salto al mundo del amor; nos invita a pensar como Dios… “El buen samaritano”: De nada les sirve al sacerdote y al levita su condición sagrada; Jesús pone como ejemplo al hereje despreciado que se detiene a socorrer al herido… “El juicio final”: Venid benditos de mi Padre… porque a mí me lo hicisteis…

No podemos terminar sin hacer mención a las innumerables “expresiones parabólicas” de las que se vale Jesús a lo largo de su vida. La sal de la Tierra y la luz del mundo… Hacerse como niños… Ser esclavo de todos… La senda estrecha… Poner la otra mejilla…  El vino nuevo y los odres viejos… El camello y el ojo de la aguja… Edificar sobre roca… Tomar la cruz… La higuera estéril… La viga y la paja… Colar el mosquito y tragarse el camello… El agua… El grano de trigo… El médico…

Jesús hizo la mejor teología contando cuentos sencillos a gente sencilla. Pero, entre todas sus parábolas, podemos sin duda destacar una genial y definitiva: Abbá

Miguel Ángel Munárriz