Notas para fijarnos en el evangelio del Domingo XXVIII de Tiempo Ordinario

● Una vez más Jesús utiliza una parábola para hablarnos del Reino de Dios, del Proyecto de Dios.

● En el relato aparecen dos parábolas: la de los convidados al banquete y la del vestido que no está a tono con la fiesta.

● En esta ocasión Jesús toma la imagen de un banquete, de una fiesta para mostrarnos lo que es el Reino de Dios.

● Con lo que de entrada nos está diciendo que el Proyecto de Dios es algo bonito y muy beneficioso para el ser humano.

● El profeta Isaías también utiliza la imagen de un banquete: “Preparará el Señor de los ejércitos para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera, manjares enjundiosos, vinos onerosos…”.

● Para empezar hay que decir que una de las ideas centrales del mensaje de la parábola es anunciarnos que el Proyecto de Dios, el Reino es como una fiesta y Dios quiere que todos podamos participar en el gozo de la vida, en la alegría de convivir con los otros, que seamos felices de verdad.

● La invitación de Dios es una invitación a la vida, a la esperanza. Cabria preguntarnos si nos lo creemos y sobre todo si lo vivimos así.

● También sería interesante ver ¿si los demás nos perciben a los cristianos como invitados a la fiesta o si por el contrario lo nuestro da la impresión de que es un camino de renuncias, de sufrimientos, de lamentaciones?

● Por otra parte la parábola del vestido de boda puede tener aplicaciones directas a nosotros los cristianos, los que hemos aceptado participar en el banquete, pero eso no es suficiente.

● Hay que vivir (actitudes, planteamientos, prioridades, etc.) a tono con el Proyecto de Jesús, eso es lo que hace referencia al vestido.

● La invitación es gratuita pero el estilo de vida ha de estar a tono con el Reino. Estamos, pues, llamados a ser coherentes con el lugar donde nos encontramos, con el Proyecto de Dios.

● En la parábola por dos veces el rey, que representa a Dios, envía a sus criados, que son los profetas, para que recuerden a los invitados, los judíos, que el banquete de su hijo, Jesús, ya está totalmente preparado.

● Pero los invitados prefieren sus cosas, incluso actúan pésimamente con los criados del rey. No responden positivamente a la invitación.

● Ante la negativa de los primeros invitados el rey no retrocede, el banquete se realizará y para ello las puertas del banquete se abren para todo el mundo: judíos y paganos… todos somos invitados a participar en la fiesta.

● No miremos por el retrovisor, apliquémonos el cuento. Esta parábola está dicha también para nosotros, como todas las demás.