Meditación – Domingo V de Cuaresma

Hoy es domingo V de Cuaresma.

La lectura de hoy es del evangelio de Juan (Jn 11, 1-45):

En aquel tiempo, había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo.

Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo». Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba.

Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea». Le dicen los discípulos: «Rabbí, con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?». Jesús respondió: «¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si uno anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él». Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle». Le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se curará». Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño. Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos donde él». Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con Él».

Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano. Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa. Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá». Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará». Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día». Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?». Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo».

Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está ahí y te llama». Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente, y se fue donde Él. Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí. Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto». Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?». Le responden: «Señor, ven y lo verás». Jesús se echó a llorar. Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería». Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?».

Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra. Dice Jesús: «Quitad la piedra». Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día». Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?». Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado». Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!». Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar».

Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en Él.

Hoy, la Iglesia nos presenta un gran milagro: Jesús resucita a un difunto, muerto desde hacía varios días.

La resurrección de Lázaro es “tipo” de la de Cristo, que vamos a conmemorar próximamente. Jesús dice a Marta que Él es la «resurrección» y la vida (cf. Jn 11,25). A todos nos pregunta: «¿Crees esto?» (Jn 11,26). ¿Creemos que en el bautismo Dios nos ha regalado una nueva vida? Dice san Pablo que nosotros somos una nueva criatura (cf. 2Cor 5,17). Esta resurrección es el fundamento de nuestra esperanza, que se basa no en una utopía futura, incierta y falsa, sino en un hecho: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado!» (Lc 24,34).

Jesús manda: «Desatadlo y dejadle andar» (Jn 11,34). La redención nos ha liberado de las cadenas del pecado, que todos padecíamos. Decía el Papa León Magno: «Los errores fueron vencidos, las potestades sojuzgadas y el mundo ganó un nuevo comienzo. Porque si padecemos con Él, también reinaremos con Él (cf. Rom 8,17). Esta ganancia no sólo está preparada para los que en el nombre del Señor son triturados por los sin-dios. Pues todos los que sirven a Dios y viven en Él están crucificados en Cristo, y en Cristo conseguirán la corona».

Los cristianos estamos llamados, ya en esta tierra, a vivir esta nueva vida sobrenatural que nos hace capaces de dar crédito de nuestra suerte: ¡siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que nos pida razón de nuestra esperanza! (cf. 1Pe 3,15). Es lógico que en estos días procuremos seguir de cerca a Jesús Maestro. Tradiciones como el Vía Crucis, la meditación de los Misterios del Rosario, los textos de los evangelios, todo… puede y debe sernos una ayuda.

Nuestra esperanza está también puesta en María, Madre de Jesucristo y nuestra Madre, que es a su vez un icono de la esperanza: al pié de la Cruz esperó contra toda esperanza y fue asociada a la obra de su Hijo.

Dr. Johannes VILAR

Martirologio 29 de marzo

ELOGIOS DEL 29 DE MARZO

1*. En Nápoles, en la actual región italiana de Campania, conmemoración de san Eustasio, obispo (s. III)

2. Memoria de san Marcos, obispode Aretusa, en Siria, que durante la controversia arriana no se desvió lo más mínimo de la fe ortodoxa, y bajo el emperador Juliano el Apóstata, fue perseguido. San Gregorio Nacianceno lo saludó como varón insigne y anciano de vida santísima. (364)

3. Conmemoración de los santos Armogastes, Arquinimo y Saturno, mártires, que en el reino vándalo de África, en la actual Túnez, durante la persecución desencadenada bajo el rey arriano Genserico, sufrieron graves suplicios e infamias por confesar la verdadera fe. (c. 462)

4*. En el Monte Carmelo, en Palestina, actualmente Israel, beato Bertoldo, que, abandonando la milicia, fue admitido entre los hermanos que profesaban vida religiosa en ese monte, y más adelante, elegido prior, encomendó la piadosa comunidad a la Madre de Dios. (c. 1188)

5*. En Poitiers, lugar de Aquitania, hoy Francia, san Guillermo Tempier, obispo, que, prudente y firme, defendió contra los nobles la Iglesia a él encomendada y ofreció en su persona un integérrimo ejemplo de vida. (1197)

6*. En Wismar, en la región de Holstein, en Alemania, san Ludolfo, obispo de Ratzeburg y mártir, que por defender la libertad de la Iglesia fue aherrojado, por mandato del duque Alberto, en una reducida cárcel, donde quedó tan agotado corporalmente que, al ser liberado de prisión, partió hacia el Señor. (1250)

7*. En Salisbury, en Inglaterra, conmemoración del beato Juan Hambley, presbítero y mártir, que en tiempo de la reina Isabel I, por ser sacerdote, en un día no precisado de este mes, cercano a la Pascua del Señor, en el suplicio del patíbulo se conformó a la pasión de Cristo. (1587)

Liturgia – Domingo V de Cuaresma

V DOMINGO DE CUARESMA

Misa del domingo (morado)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Sin Gloria, Credo, Prefacio propio. No se puede decir la Plegaria Eucarística IV.

Leccionario: Vol. I (A)

  • Ez 37, 12-14. Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis.
  • Sal 129.Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.
  • Rom 8, 8-11. El Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros.
  • Jn 11, 1-45.Yo soy la resurrección y la vida.

Antífona de entrada          Cf. Sal 42, 1-2
Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa, contra gente sin piedad; sálvame del hombre traidor y malvado, porque tú eres mi Dios y mi fortaleza. 

Monición de entrada
De nuevo nos reunimos en el domingo, día del Señor, para celebrar la Eucaristía. Estamos ya casi al final del camino cuaresmal y debemos hacer un último esfuerzo de conversión porque todavía hay en nosotros muchas sombras de muerte. Pidamos, pues, a Jesucristo, que es la resurrección y la vida, que nos conceda la gracia de poder celebrar las próximas fiestas pascuales con un corazón renovado.

Acto penitencial
Y ahora, al comenzar la celebración de los sagrados misterios, pidamos a Dios que nos conceda la conversión de nuestros corazones; así obtendremos la reconciliación y se acrecentará nuestra comunión con Dios y con nuestros hermanos.

  • Señor, ten misericordia de nosotros.
    • Porque hemos pecado contra Ti.
  • Muéstranos, Señor, tu misericordia.
    • Y danos tu salvación.

No se dice Gloria.

Oración colecta
TE pedimos, Señor Dios nuestro,
que, con tu ayuda, avancemos animosamente
hacia aquel mismo amor
que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte
por la salvación del mundo.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Se dice Credo.
Proclamemos ahora nuestra fe en el único Dios, el Dios que nos libera del pecado y nos salva.

Oración de los fieles
Presentemos nuestras plegarias a Dios nuestro Padre, que ha enviado a su Hijo para comunicarnos su vida en plenitud, y pidámosle que escuche nuestras súplicas.

1.- Por toda la Iglesia; para que el Papa N., nuestro obispo N. y todos los sacerdotes y misioneros transmitan al mundo la certeza de que Jesús es la resurrección y la vida. Roguemos al Señor.

2.- Por los jóvenes de nuestras parroquias y pueblos; para que estén abiertos a descubrir la voluntad de Dios sobres sus vidas. Roguemos al Señor.

3.- Por los emigrantes y desterrados; para que Dios les conceda el gozo de volver a su tierra y a sus hogares. Roguemos al Señor.

4.- Por los difuntos; para que Dios, que resucitó a Jesús de entre los muertos vivifique con su Espíritu un día sus cuerpos mortales. Roguemos al Señor.

5.- Por nosotros; para que esperando siempre en el Señor y en su palabra, renovemos nuestra adhesión a Cristo. Roguemos al Señor.

Señor Dios, gloria del hombre viviente, que manifestaste tu compasión en las lágrimas que tu Hijo derramó ante la tumba de su amigo Lázaro; contempla los sufrimientos de la Iglesia, que llora por sus hijos muertos a causa del pecado, y, con la fuerza del Espíritu Santo, concede a los que han muerto por sus culpas la resurrección y la vida nueva de la gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
ESCÚCHANOS, Dios todopoderoso,
y, por la acción de este sacrificio,
purifica a tus siervos,
a quienes has iluminado con las enseñanzas de la fe cristiana.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO

V/.   El Señor esté con vosotros. R/.
V/.   Levantemos el corazón. R/.
V/.   Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/.

EN verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
porque Cristo, nuestro Señor.

El cual, verdadero hombre,
lloró a su amigo Lázaro,
y, Dios eterno,
lo hizo salir del sepulcro.
El mismo, compadecido del género humano,
nos conduce a la vida nueva
por medio de los santos sacramentos.

Por él, los coros de los ángeles
adoran tu gloria eternamente,
gozosos en tu presencia.
Permítenos asociarnos a sus voces
cantando con ellos tu alabanza:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

Antífona de comunión          Cf. Jn 11, 26
El que está vivo y cree en mí no morirá para siempre, dice el Señor.

Oración después de la comunión
TE pedimos, Dios todopoderoso,
que nos cuentes siempre
entre los miembros de Cristo,
cuyo Cuerpo y Sangre hemos recibido.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Oración sobre el pueblo
S
EÑOR, bendice a tu pueblo

que espera siempre el don de tu misericordia,
y concédele, inspirado por ti,
recibir lo que desea de tu generosidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Santoral 29 de marzo

BEATO RAIMUNDO LULIO ( 1315)

El beato Raimundo Lulio “el Doctor Iluminado”, Caballero andante a lo divino, filósofo, místico, trovador y poeta, nació en Mallorca en el siglo XIII. Se casó y tuvo dos hijos. Llevó una vida frívola y tuvo sus escarceos amorosos dentro del matrimonio. Una visión de Cristo lo cambió radicalmente. El juglar mundanal se trocó en el juglar de Dios. “Desde entonces el Amado fue todo para mí”. Fue un varón de deseos, como dice la Biblia del profeta Daniel. Las costas mallorquinas no le podrían encerrar.

Un triple deseo ardía en su mente: convertir a todos los infieles, conquistar todas las mentes para la verdad y coronar su vida con el martirio. Y empieza su vida viajera por Europa, Asia y África. Lleva su Arte Magna a la Sorbona de París, que no es aceptada. Saca las consecuencias en un hermoso libro Árbol de filosofía de amor y Árbol de la ciencia.

El amor de Cristo le devoraba. Todo lo hacía por amor. Sus numerosos libros son un desbordamiento de ese amor, y en su corazón mojaba la pluma al escribir. Así se ve en su delicioso libro Blanquerna —una especie de utopía, que se adelanta doscientos años a la de Santo Tomás Moro— con el que quiere atraer sobre la tierra el reino de la justicia, del amor y de la paz de Cristo. Dedica sus libros especialmente a árabes y judíos.

Su corazón de apóstol aparece en Cien nombres de Dios, en el dulcísimo Libro de Santa María, con tantos versículos como días tiene el año, y con deliciosos y tiernos diálogos: “Si no nos entendemos por el lenguaje, entendámonos por amor”. Su celo misionero se muestra en el Centro de Estudios Orientales que fundó en Mallorca, anticipo en muchos siglos del Colegio de Propaganda Fide, y cuyo triste fin lamenta en Desconsuelo.

En todos sus continuos ajetreos sólo le movía la gloria de Dios. Así cuando visita a Felipe el Hermoso de Francia, y a Jaime II de Aragón y su esposa la dulce Doña Blanca “reina blanca de blanca paz”, a la que dedica un Libro sobre la oración. Así cuando acude a la Corte de Roma, y al Concilio de Vienne, durante la cautividad de Avignon, y emplaza al papa Clemente V ante el tribunal de Dios, si el Concilio se malograra.

Aún hervían más empresas en su cerebro. Planea en su opúsculo De Fine la conquista del norte de África, pasando por Málaga y Granada, como el mejor camino para la redención del Santo Sepulcro de Jerusalén, que, con lágrimas en los ojos, había visto abandonado en su viaje a Tierra Santa. Y aún planeaba otros proyectos para evangelizar el mundo, pero no por la violencia, sino por la persuasión y derramamiento de lágrimas y sangre.

Se ha discutido mucho si fue mártir o no. No hay documentos fehacientes. Sus ardientes deseos de martirio aparecen en el Libro de la contemplación, que recuerda el “que muero porque no muero” teresiano. Lulio había escrito: “Quiero morir en un piélago de amor”. Con ese deseo marchó a Túnez, donde sufrió múltiples vejaciones de parte de los sarracenos en Bujía. Si no recibió el martirio de sangre, seguro que recibió el de fuego. Ese había sido el ardiente anhelo de toda su vida, buscando sin descanso.

A Mallorca volvió, vivo o muerto, el año 1315. Allí había nacido hacia ochenta años. Allí reposan sus restos que aún parecen gritarnos las palabras del Amado: “Si vosotros, amadores, queréis agua, venid a mis ojos, que son fuentes de lágrimas, y si queréis fuego, venid a mi corazón y encended en él vuestra antorcha”. Así contesta el Amado al Amigo.

 

Otros Santos de hoy: Segundo, Pastor, Victorino, Cirilo, Esteban, Jonás, Carmelo.

Justo y Rafael Mª López-Melús

Laudes – Domingo V de Cuaresma

LAUDES

DOMINGO V DE CUARESMA

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Señor, ábreme los labios.
R/. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Se reza el invitatorio cuando laudes es la primera oración del día.

Ant. Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

SALMO 94: INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendición al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
«Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso».»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

Este es el día del Señor.
Éste es el tiempo de la misericordia.

Delante de tus ojos
ya no enrojeceremos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.

En medio de las gentes,
nos guardas como un resto
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.

Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el desierto.

¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor que es justo
revoca sus decretos:
La salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo.

SALMO 62: EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

Ant. Tú, Señor, fuiste mi auxilio

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mi labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Tú, Señor, fuiste mi auxilio

CÁNTICO de DANIEL: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Ant. Líbranos con tu poder maravilloso y sálvanos del poder de la muerte.

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
Ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
Astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
Vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor;
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Ant. Líbranos con tu poder maravilloso y sálvanos del poder de la muerte.

SALMO 149: ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Ant. Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles,
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre

LECTURA: Lv 23, 4-7

Éstas son las festividades del Señor, las asambleas litúrgicas que convocaréis a su debido tiempo. El día catorce del primer mes, al atardecer, es la Pascua del Señor. El día quince del mismo mes es la fiesta de los panes ázimos, dedicada al Señor. Comeréis panes ázimos durante siete días. El primer día, os reuniréis en asamblea litúrgica, y no haréis trabajo alguno.

RESPONSORIO BREVE

R/ Cristo, Hijo de Dios vivo, Ten piedad de nosotros.
V/ Cristo, Hijo de Dios vivo, Ten piedad de nosotros.

R/ Tú que estás sentado a la derecha del Padre.
V/ Ten piedad de nosotros.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Cristo, Hijo de Dios vivo, Ten piedad de nosotros.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Lázaro, nuestro amigo, está dormido: voy a despertarlo.

Benedictus. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por la boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Lázaro, nuestro amigo, está dormido: voy a despertarlo.

PRECES

Acudamos a nuestro Redentor que nos concede estos días de perdón, y, bendiciéndole, digamos:

Infúndenos, Señor, un espíritu nuevo

Cristo, vida nuestra, tú que por el bautismo nos has sepultado místicamente contigo en la muerte, para que contigo también resucitemos,
— concédenos caminar hoy en una vida nueva.

Señor Jesús, tú que pasaste por el mundo haciendo el bien,
— haz que también nosotros seamos solícitos del bien de todos los hombres.

Ayúdanos, Señor, a trabajar concordes a la edificación de nuestra ciudad terrena,
— sin olvidar nunca tu reino eterno.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú, Señor, que eres médico de los cuerpos y de las almas,
— sana las dolencias de nuestro espíritu, para que crezcamos cada día en santidad.

Por Jesús hemos sido hijos de Dios; por eso, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…

ORACION

Te rogamos, Señor Dios nuestro, que tu gracia nos ayude, para que vivamos siempre de aquel mismo amor que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.