Notas para fijarnos en el Evangelio

• Vemos a Jesús en un ambiente marinero, Él que había crecido y vivido en Nazaret pero se había instalado junto al mar de Galilea, donde había más movimiento de gentes.

• Encontramos a Jesús en una barca con sus Apóstoles navegando por el mar, camino de la otra orilla del lago (36).

• Se desata una tormenta que hace peligrar la vida de los navegantes (37), la barca debería ser bastante pequeña. Jesús permanece dormido, impasible (38).

• La tempestad ha estado en muchas culturas, un ejemplo de las fuerzas incontrolables del mal. La barca de los discípulos está en manos de la tempestad y muestra la debilidad del ser humano, la dureza de la vida en muchas personas.

• Jesús, es despertado bruscamente por sus Apóstoles. Ellos ven peligrar sus vidas y recurren a Jesús para que los salve. “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?” (38).

• Jesús ve en esta reacción de los Apóstoles no un acto de confianza en su persona, sino una manifestación de falta de fe, por eso les dice: “¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?” (40).

• Jesús pide la confianza en su persona no para hacer, podríamos decir, cosas maravillosas, sino para fiarnos de Él, asumiendo su estilo de vida. En la vida podemos pasar por situaciones muy duras, pero nunca estamos solos. Siempre estamos acompañados por Dios aunque quizás, en ocasiones, se hace el dormido pero está ahí.

• Jesús con su palabra reordena aquellas fuerzas de la naturaleza alteradas, esta acción de Jesús nos evoca la fuerza del Dios todopoderoso (39).

• Ante situaciones terribles, injustas como las guerras, el hambre en el mundo, la violencia, etc. podemos llegar a preguntarnos ¿dónde está Dios? ¿Está dormido?

• Es bueno recurrir a Él como hicieron los Apóstoles, pero por otra parte Él nos quiere protagonistas, que nos espabilemos por nosotros mismos. No podemos pedirle un milagro en cada momento ¡cuantas cosas cambiarían con unas palabras, con una forma diferente de actuar! … Muchas soluciones están en nuestras manos.

• El relato concluye con una pregunta: “¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen! (41).

• Una pregunta sobre la identidad de Jesús que a lo largo del Evangelio, de una forma u otra, muchas personas se hacen. Y a esa pregunta el mismo Evangelio nos da, en distintos momentos, la respuesta: como el centurión romano al pie de la cruz: “Verdaderamente este era Hijo de Dios” (Mt 27,54)

• El interrogante queda en pie y es bueno que surja en nuestras vidas. Un interrogante que es el primer paso para dar con la respuesta adecuada. En la Palabra de Dios encontraremos la respuesta a esta pregunta.

• La persona de Jesús, sus obras y palabras, interroga, cuestiona. Su proceder no es lo que se acostumbraba a ver, en muchas ocasiones Jesús desentona del ambiente.