Este pasaje del Evangelio nos dice que Jesús, que conocía los pensamientos de los que murmuraban por la curación del hombre mudo, les dice: «Una nación dividida corre a la ruina, y los partidos opuestos caen uno tras otro. Si Satanás también está dividido, ¿podrá mantenerse su reino?
La división entre los buenos, entre los seguidores del Señor, es una de las cosas que con más empeño busca el demonio, porque se da cuenta que es el medio más eficaz para la destrucción del Reino de Dios.
Todo aquel que es causa de división entre los cristianos, aunque no se dé cuenta, trabaja para el demonio y en contra de los intereses del Señor. Ahí radica la gravedad que siempre reviste fomentar una división entre los seguidores del Señor. Y muchas veces, en distintos grupos o distintas personas dentro de la misma Iglesia, se fomentan envidias o rencores, que son las que precisamente el Señor censura en evangelio de hoy.
No siempre se podrá pretender que todos pensemos lo mismo. Que todos coincidamos en la forma de hacer las cosas, o en nuestros gustos. Pero, ya que nuestra inteligencia, nuestra cabeza, no nos puede unir, que nos una al menos nuestro corazón. La desunión no es tanto el producto de ideas u opiniones diferentes, sino más bien, se origina en las actitudes y en los sentimientos que acompañan a esas opiniones o ideas.
Los cristianos debemos imitar a Cristo también en la forma de juzgar y en la forma de perdonar. No podemos crear una enemistad o una desunión, por cualquier diferencia que surja entre nosotros.
El Señor dice en el mismo pasaje:
El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
El hombre tiene dos alternativas: o estamos con Jesús o estamos contra Él. No hay un término medio. Quien no se entrega voluntariamente al Señor, cae bajo la influencia de Satanás.
Y entregarnos voluntariamente al Señor, significa estar en unión con El, y estar en unión con nuestros hermanos.
En este tiempo de Cuaresma, revisemos nuestras actitudes y nuestros sentimientos para con todos aquellos con quienes alguna vez hemos tenido una diferencia que nos ha distanciado.
Y propongamos ser nosotros los primeros que vamos a dar un paso hacia la reconciliación, recordando las palabras del Señor que nos manda a reconciliarnos con nuestros hermanos antes de presentar nuestra ofrenda ante el altar.