Meditación – Domingo XXIII de Tiempo Ordinario

Hoy es Domingo XXIII de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 18, 15-20):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano.

Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.

En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.

Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

Hoy, el Evangelio pone de relieve la estrecha relación entre Jesús y el «nosotros» de la nueva familia que Él reúne a través de su mensaje y actuación. Dios no ha querido salvar al hombre aisladamente, sino formando una comunidad. Un «nosotros» que es concebido como universal: no se basa ya en la estirpe, sino en la comunión con Jesús. 

Este «nosotros» de la nueva familia no es algo «informe». Jesús llama a un núcleo de íntimos particularmente elegidos por Él, que continúan su misión y dan orden y forma a esa familia. En vista a la misión de servicio a la que Jesús les llamó, también les transmitió la llamada «potestad de las llaves» (a Pedro, de un modo singular). La elección de los discípulos es un acontecimiento de oración; ellos son, por así decirlo, engendrados en la oración, en la familiaridad con el Padre.

—Jesús, tú elegiste a los que quisiste para que estuvieran contigo y, luego, enviárnoslos: te pedimos más pastores para tu mies.

REDACCIÓN evangeli.net