El domingo del Amor

1.- Es difícil sustraerse al ejemplo de la vid y de los sarmientos que nos daba Jesús el domingo pasado. Es una idea de unidad con Él muy absoluta. Un sarmiento, un esqueje, si no se une a la planta donde ha de injertarse es un trozo de palo inservible. El fragmento del Evangelio de Juan que leemos hoy es continuación del anterior. Y por eso su recomendación de ahora: “Permaneced en mi amor”, completa la idea de esa unión vital producida por el amor. La fusión de los sarmientos con la vid, sin amor, sería un acto sin sentido. Por eso la matización de este domingo nos va ayudar a comprender la esencia de la vida del cristiano que no es otra que un amor multidireccional que se basa en Dios, a quien tiende, que se complementa en los hermanos y en las cosas de la existencia en general, como por ejemplo amar a la tierra, no hacerla daño. Esa corriente de amor compone una vida total de enorme densidad.

2.- Y aunque lo he repetido ya muchas veces: es verdaderamente sencillo y singular al mismo tiempo que el Papa Benedicto XVI ataje su primera encíclica con una lucida definición del amor de Dios y del amor, en general., como esencia de un mundo de paz y de fraternidad. Y así estamos en que en este domingo en la Carta de Juan se define esa esencia divina que es el amor y todo ello nos debe llevar a profundizar en ello, sin rodeos, sin eufemismos, con intensidad. La realidad es que el mundo ha sido siempre deficitario de amor y ha demostrado tener superávit de odio o, de al menos, de desamor. Por eso es muy prometedor que la primera pauta del Pontificado del Papa Ratzinger ponga por delante de todo el que Dios es amor y que sin el amor impregnando nuestra condición de cristianos pues poco vamos a avanzar. Es de suponer que planteadas así las cosas, Benedicto XVI desee ejercer su magisterio sobre ese presupuesto principal del amor, dejando en segundo término otros temas más concretos o generales. Eso no significa que vaya a desatender cuestiones fundamentales de la vida de la Iglesia, pero que el pórtico fundamental de toda su acción pastoral sea el amor en radicalidad.

3.- Ya hemos informado en varios lugares que la Iglesia española y la de muchos países de Iberoamérica continúan adjudicando al VI domingo de Pascua una especial atención a los enfermos. En España se llama la Pascua del Enfermo. Y nos parece que en este marco profundo y maravilloso del amor de Dios a todas sus criaturas y con el encargo de amar al prójimo, la atención concreta a la enfermedad y la caridad autentica con los enfermos es una camino maravilloso. Valga pues este apunte de amor al más débil en este domingo Sexto de Pascua pórtico de las venturosas celebraciones de la Ascensión y Pentecostés.

Ángel Gómez Escorial