Meditación – Viernes VII de Pascua

Hoy es viernes VII de Pascua.

La lectura de hoy es del evangelio de Juan (Jn 21, 15-19):

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, le dice a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».

Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero».

Jesús le dice: «Apacienta mis corderos».

Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».

Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero».

Él le dice: «Pastorea mis ovejas».

Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».

Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».

Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras».

Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme».

….. sostiene que está vivo…

En el libro de los Hechos sabemos que Lucas narra principalmente la vida de las primeras comunidades cristianas, con una finalidad catequética. Ofrecer una visión de la comunidad que sirva de modelo a la siguiente generación de cristianos.

Pablo es uno de los seguidores de Jesús, al que llama camino de Damasco y desde entonces, se convierte en su testigo y apóstol “hasta los confines del mundo” según el mandato del Maestro.  Estos últimos capítulos del libro relatan la persecución que sufre Pablo por parte de los judíos, su encarcelamiento, su defensa.  En nuestro texto encontramos a Pablo en Cafarnaúm.

Su causa sigue su curso y será el nuevo gobernador, Festo que sustituye a Félix el que llevará adelante en proceso.  Es sometido a varios interrogatorios que dan a Pablo ocasión, no sólo de defenderse, sino de hablar de Jesús y su resurrección. Confiesa Festo en el informe que remite a Agripa, … “sólo le acusaban de cuestiones referentes a su propia religión, “habla de un tal Jesús, ya muerto y, que, según Pablo, está vivo.”

Pablo, ante la propuesta hecha por el gobernador Festo, de ser juzgado en Jerusalén, hace valer su derecho como ciudadano romano y pide ser juzgado en Roma por el Emperador. 

Pablo, que tantas veces arriesga la vida por dar testimonio de Jesús, defiende su derecho a ser juzgado con justicia. Es fiel a la llamada del Señor para ser su mensajero, para extender su Reino a través de sus viajes y visitas a las comunidades cristianas. Es consciente de que el designio de Dios se cumple muchas veces, a través de mediaciones humanas y es esa fe en Dios lo que le hace agotar todas las posibilidades de defensa. 

Pedimos la Señor a través de Pablo, nos de la valentía y el celo apostólico para extender tu Reino, para ser tu testigo allí donde se desarrolle mi vida.

 

¿Me amas?

 De nuevo, después de comer, con los suyos, y a orillas del lago de Tiberiades, surge o más bien Jesús provoca un diálogo con Simón Pedro.

Dejamos los estudios de exégesis que se centran en las tres formas de pregunta y respuesta en el diálogo de Jesús y Pedro. El contexto, en el que se encuadra este diálogo lo sabemos bien, lo hemos venido recordando y nos ha iluminado toda la semana de pascua. Jesús sorprende a los suyos, y a nosotros, les abre los ojos del corazón y le descubren, aunque con otra apariencia física, pero con signos evidentes de que es El. “Señor y Dios mío” (Jn 20,28) manifiesta un incrédulo Tomás. “Es el Señor” (Jn 21,7) y corre a su encuentro, a través de las aguas, un impetuoso Pedro. “¿no ardía nuestro corazón…?” (Lc 24,32) Se preguntan los de Emaús.

Pero me voy a referir al contexto no tan inmediato a esta escena de nuestro texto. “no conozco a ese hombre” (Mt 26,72) contesta Pedro que, con anterioridad había dicho a Jesús,” aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré” (Mc 14,31).

El hecho de negar Pedro a Jesús no pasa desapercibido en ninguno de los evangelios, lo destacan como un hecho relevante. Para nosotros, a través de estos textos, Pedro nos reconcilia con nuestra propia fragilidad. A pesar de nuestros arranques de generosidad, de nuestros buenos deseos y propósitos también somos capaces de caer ante la más insignificante propuesta o cualquier viento que sople en contra,  hace tambalear nuestras convicciones,

Jesús, en este maravilloso diálogo, después de celebrar la comida de la fraternidad, le da a Pedro la posibilidad de reconciliarse consigo mismo. Jesús le da la oportunidad de una triple confesión de amor que borre la triple negación. Y Pedro, impulsivo, capaz de dar la vida por Jesús con viento favorable, confiesa mucho más humilde. Señor “Tú lo sabes todo, sabes que te amo”

Jesús le confiere una autoridad, como cabeza de la Iglesia, pero sólo después de establecer con Él, el principio más importante de toda autoridad, de todo servicio, el amor con el que se debe de gobernar, el amor con el que se debe de cuidar a los que se ha confiado, estén en un lado o estén en otro.  La autoridad desde la Iglesia y ante cualquier ejercicio de autoridad sólo se sostiene desde el Amor.

Señor, que sepamos escucharte, limpia nuestros oídos de tanto ruido como nos envuelve, deja sitio en nuestro corazón para que resuene allí tu voz y nos abramos al diálogo contigo. Oigamos que, llamados por nuestro nombre, podamos responder, si Tu sabes todas las cosas, sabes de mi fragilidad, pero estoy contigo en un proyecto que es el Tuyo, hacer de este mundo, el mundo que tú quieres, adherirme a tu programa de vida que tú me propones. Crear fraternidad allí donde me encuentre. Gracias Señor por Tu Palabra.

¿Cómo es mi respuesta?

Hna. Mariví Sánchez Urrutia