Como mi Padre me amó, así os he amado yo

Señor Jesús, tu evangelista Juan nos introduce,
seguramente, con la lectura de hoy
en su gran experiencia religiosa
y en lo que dio sentido a toda tu vida.

Dos palabras repite a menudo:
permanecer y amar.
Permaneced en mi amor…
permanecer en el amor a Dios Padre…
que os améis unos a otros…
no hay amor más grande
que aquel que da su vida por sus amigos..

¿No es todo esto lo que Tú, Señor Jesús,
viviste a lo largo de toda tu vida?
¿No permaneciste siempre unido a Dios Padre?
¿No trataste en todo momento
de hacer de tu vida un reguero de amor a Dios

y a cuantos te rodeaban?
Ahí está seguramente la llave
que nos hace descubrir el misterio de tu vida.

Tú, Jesús, viviste
permanentemente unido a Dios Padre
y Tú nos propones, como ideal para nuestras vidas,
permanecer unidos a Ti.

¡Qué misterio!
¿Qué es esto que nos estás diciendo,
Señor Jesús?:
permanecer, estar unido a Ti y a Dios Padre,
hacer una misma realidad contigo.
No creo que se trate de comprenderlo
sino de vivirlo.

¡Señor, ayúdame a que permanezca,
a que viva unido a Ti,
aunque seguramente no lo comprenderé!

¿Será esto lo que dicen
cuando hablan de la unión mística?

Además, Tú repites insistentemente en amarnos,
como Tú nos has amado.
Ese es tu Mandamiento,
eso es lo que Tú esperas de nosotros.
Al amarnos, al amar, por lo que nos dices,
es cuando estamos unidos a Ti,
cuando permanecemos unidos a Ti.
El amor, por tanto, es el camino que nos vincula a Ti.
O sea, cuando amamos
es cuando estamos unidos a Ti,
cuando dejamos de amar
es cuando nos distanciamos de Ti,
cuando nos separamos de Ti.

Gracias, Señor Jesús,
por todos los actos de amor
que con tu ayuda se dan en nuestras vidas:
gestos de amor a familiares y amigos,
a vecinos y conocidos,
a nativos e inmigrantes,
a compañeros de trabajo y a desconocidos.

Ayúdanos para que nuestras vidas
estén repletas de gestos de amor
y perdónanos porque a veces
no somos capaces de amar
porque nos han hecho una mala pasada,
porque nos resultan antipáticos,
porque piensan de diferente manera,
porque son sospechosos…

Dame, Señor, un corazón grande para amar.
Gracias, Señor Jesús, porque con todo ello
me estás mostrando el verdadero camino
de mi felicidad.