Comentario al evangelio – Lunes VIII de Tiempo Ordinario

¿Qué haré para heredar la vida eterna? ¿Qué puedo hacer para ser mejor, para ofrecer a los demás la mejor versión de mis mismo/a? Es la pregunta que un joven le dirige al Señor en el Evangelio de hoy. La respuesta de Jesús es sencilla: “vende”. Vende porque tu corazón puede estar lleno de muchas cosas que te impiden acoger mejor al Señor y necesitas hacerle hueco para que pueda instalarse con más comodidad.

Cuando llega el buen tiempo, cambias tu ropero guardando la ropa de invierno y recolocando la de verano. Al hacer esta operación, aprovechas para llevar a la parroquia o a un punto de recogida aquellas prendas que ya están viejas o pasadas de moda. Te desprendes y tiras cosas porque tienes mucho y no te cabe en el armario.

En la vida espiritual sucede lo mismo. Demasiados ídolos quieren ocupar el centro de tu corazón. Seguramente eres bueno o buena, como el joven del evangelio de hoy: no matas, ni extorsionas, ni has secuestrado a nadie, pero algunos diosecillos como pueden ser el orgullo, la imagen, el poder, la apariencia, etc., no dejan que el Señor pueda ser tu auténtico Señor. No puedes cristificarte más porque no hay sitio en tu interior. Dile hoy a Jesús que te ayude a desprenderte de los ídolos que te estorban. Él siempre te mira con cariño, como al joven del Evangelio de hoy, pero te quiere más suyo/a y para ello necesita más espacio en tu corazón.

El apóstol San Pedro, en la primera lectura de hoy, nos recuerda que Dios: “nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva”. Y el salmo 110 en la antífona que hoy rezamos nos dice por qué lo hace: “el Señor recuerda siempre su alianza”; es decir, no nos abandona, no se cansa de apostar por nosotros, de ofrecernos su gracia para que sigamos creciendo.

Despréndete de todo aquello que en tu interior ocupa demasiado espacio y no deja sitio al Señor para que habite más en ti. ¡Vende!

Juan Lozano, cmf