VÍSPERAS
JUEVES, XXXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Oración de la tarde
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
Tras el temblor opaco de las lágrimas,
no estoy yo solo.
Tras el profundo velo de mi sangre,
no estoy yo solo.
Tras la primera música del día,
no estoy yo solo.
Tras la postrera luz de las montañas,
no estoy yo solo.
Tras el estéril gozo de las horas,
no estoy yo solo.
Tras el augurio helado del espejo,
no estoy yo solo.
No estoy yo solo; me acompaña, en vela,
la pura eternidad de cuanto amo.
Vivimos junto a Dios eternamente.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.
Salmo 71 (I)
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rijas a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.
Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia al césped,
como llovizna que empapa la tierra.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna.
Que domine de mar a mar,
del Gran Río hasta el confín de la tierra.
Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y Arabia
le ofrezcan sus dones,
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.
Ant. 2. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre, rescatará sus vidas de la violencia.
Salmo 71 (II)
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
Él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.
Que viva y que le traigan el oro de Saba;
él intercederá por el pobre
y lo bendecirá.
Que haya trigo abundante en los campos,
y ondee en lo alto de los montes,
den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como
las hierbas del campo.
Que su nombre sea eterno,
y su fama como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso,
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre, rescatará sus vidas de la violencia.
Ant. 3. Ahora se estableció el poderío y el reinado de nuestro Dios
Cántico: Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que fueran juzgados los muertos
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por las palabras del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegre, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3. Ahora se estableció el poderío y el reinado de nuestro Dios
LECTURA BREVE 1P 1, 22-23
Ahora que estáis purificados por vuestra obediencia a la verdad y habéis llegado a quereros sinceramente como hermanos, amaos unos a otros de corazón e intensamente. Mirad que habéis vuelto a nacer, y no de una semilla mortal, sino de una inmortal, por medio de la palabra de Dios viva y duradera.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor es mi pastor, nada me falta.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
V. En verdes praderas me hace recostar.
R. Nada me falta.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. A los hambrientos de justicia, el Señor los sacia y colma de bienes.
Cántico de María. Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A los hambrientos de justicia, el Señor los sacia y colma de bienes.
PRECES
Elevemos nuestros corazones agradecidos a nuestro Dios y Salvador, que ha bendecido a su pueblo con toda clase de bienes espirituales, y digámosle con fe:
Bendice a tu pueblo, Señor.
Dios todopoderoso y lleno de misericordia, protege al papa y a nuestro obispo,
— a los que tú mismo has elegido para guiar a la Iglesia.
Protege, Señor, nuestros pueblos y ciudades
— y aleja de ellos todo mal.
Multiplica, como renuevos de olivo alrededor de tu mesa, hijos que se consagren a tu reino,
— siguiendo a Jesucristo en pobreza, castidad y obediencia.
Conserva el propósito de las que han consagrado a ti su virginidad,
— para que sigan al Cordero divino adondequiera que vaya.
Haz que los difuntos descansen en tu paz eterna
— y que se afiance nuestra unión con ellos por la comunión de los santos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, acudamos confiadamente a nuestro Padre:
Padre nuestro…
ORACIÓN
Al ofrecerte, Señor, nuestra alabanza vespertina, te pedimos humildemente que, meditando tu ley día y noche, consigamos un día la luz y el premio de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.