Tit 2, 11-14 (2ª lectura Misa de Medianoche)

1ª) ¡Dios ofrece gratuitamente la salvación a todos los hombres!

Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres. Toda la Escritura, desde la primera promesa de salvación (Gn 3,15) pasando por la promesa hecha a Abrahán (Gn 12,1ss) y realizada en plenitud en Jesucristo es una proclamación del proyecto universal de Dios en favor de todos los hombres de todos los tiempos. Dios no tiene acepción de personas, no excluye a nadie del banquete festivo de su Reino. Y se ha cumplido con la Encarnación de Jesucristo, consumado plenamente en el misterio pascual. Esta oferta de Dios tiene consecuencias concretas y exigentes. Si este el proyecto de Dios, el Padre de todos, todos los creyentes han de ir por el mundo proclamando con sus vidas esta realidad. Es necesario romper fronteras y derribar obstáculos que surgen por todas partes. Hoy experimentamos a todos los niveles la grave realidad de los racismos y discriminaciones de todo género. Navidad es la realización del recorrido de Dios (infinito) al hombre finito. Y es una invitación urgente a que todos realicemos el recorrido que va de mí a mi hermano y de mi hermano a mí.

2ª) ¡La gratuidad de Dios exige una respuesta convincente!

Llevar desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos… Para prepararse un pueblo dedicado a las buenas obras. El autor de la Carta a Tito se encuentra en un momento en el que los cristianos parecen perder el primer frescor del evangelio. La Iglesia en aquellos momentos padece crisis muy alarmantes tanto en el ámbito doctrinal como práctico. El autor de esta carta se ve en la obligación pastoral de llamar al atención. Ciertamente Dios ha puesto toda la creación al servicio del hombre, de todos los hombres. Hoy se nos invita a vivir en el tiempo presente con moderación, justicia y religiosidad. La utilización de todos los bienes de la naturaleza y de todos los recursos exige la justa distribución de los mismos. Navidad debería ser un momento privilegiado para que los creyentes reflexionasen sobre su actuación en todos los ámbitos: laboral, nacional e internacional para comprobar qué hemos hecho y qué estamos haciendo con los bienes que son de todos. La contemplación de la escena de Belén plantea graves y urgentes interrogantes y está clamando por profundas y serias actuaciones de los discípulos de Jesús.

3ª) ¡El proyecto de Dios sobre los hombres es único en sus etapas!

Aguardamos la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro: Jesucristo. El misterio que celebramos esta noche nos invita a dirigir la mirada en tres direcciones: futuro, presente y pasado. El futuro de la vuelta gloriosa del Señor es un acicate para el presente de la historia de la salvación que se apoya en el pasado de las maravillas de Dios que ahora actualizamos. La Escritura nos urge a vivir aquel pasado como un «recuerdo», es decir, una actualización y presencialización de lo que aquello significó y sigue significando. Esta noche santa, que no debe esfumarse en una inoperante memorización, debe urgir al creyente a contemplar reposadamente aquel acontecimiento y por qué se ha producido. En silencio junto a José y María es necesario y urgente meditar en lo sucedido. Dios, infinitamente rico, pobre. Dios, infinitamente santo, asume la naturaleza humana menos en el pecado. Algo debería cambiar en nuestra vida.

Fray Gerardo Sánchez Mielgo

Anuncio publicitario